Vino y queso. Queso y vino. El orden no altera la maravillosa combinación. Es que, ¿acaso no hay mejor maridaje que este? Bueno, quizás, pudiésemos sumar alguna rodaja de pan y un chorrito de aceite de oliva. Pero, no nos pongamos pretenciosos.
Acuerdo enogastronómico milenario y muy europeo (hacemos énfasis en España, Francia e Italia), tiene un sinfín de opciones a la hora de elegir el queso perfecto con el vino perfecto. Qué va con qué para nuestro deleite es todo un desafío para agasajo de nuestros sentidos.
En primer lugar, en este maridaje influyen la materia prima con la que fueron elaborados los quesos (Vaca, cabra, oveja, búfala, mezclas) y el método de producción (coagulación láctica, pasta prensada no cocida, corteza lavada, enmohecido interno y de la maduración).
A modo de recordatorio imprescindible, el escritor británico Hugh Johnson, que cada año edita su guía ‘Pocket Wine Book’ afirma que «Cuanto más duro sea el queso, más taninos soporta. Cuanto más cremoso, más acidez necesita».
Lo cierto es que para cada tipo de queso hay un vino. En un breve y práctico ABC infalible, les brindaremos reglas de oro para poner en práctica en nuestras mesas.
Quesos frescos
Casi ninguno de estos quesos se come solo, pues su sabor es muy neutro y suave. Deben estar presentes en otros alimentos de sabores también suaves para no ser opacados (el ejemplo emblemático es la muzzarella).
Recomendación para el maridaje: Vinos blancos muy jóvenes y frescos de notas herbáceas y florales y espumosos Brut o Demi Sec
Quesos de curación media
Los embanderados con Gouda y Emmental. En esta oportunidad, necesitaremos vinos blancos secos con buen volumen y fermentados en barrica, y todos aquellos con una gran carga glicérica (Chardonnay o Semillón bien untuoso).
Quesos curados y maduros
Manchego, Parmesano, Provolone y Reggianito pican en punta entre los más salientes. Aquí, la elección del vino depende del grado de maduración del queso. Iremos de vinos tintos jóvenes a exponentes con cuerpo y evolucionados.
Quesos enmohecidos
Están muy de moda en las Argentina el Brie y el Camembert. Podemos acompañarlos con vinos blancos estructurados con cierta acidez y muy aromáticos o tintos jóvenes ligeros y frescos (Pinot Noir).
Quesos azules
En este caso, el acuerdo será por contraposición. Roquefort, Gorgonzola, Stilton o Cabrales, entre otros azules, según el país de origen, se entenderán de memoria con vinos de cosechas tardías, dulces naturales o fortificados.
Tengan siempre a mano este pequeño y práctico manual que les compartimos en BordeRío. Es dinámico, ágil y nos permitirá el vino indicado para cada queso. ¡Hasta la próxima semana!