En casa propia, en casa ajena o en un restaurante, a la hora de la cena, el vino siempre es protagonista. La gran pregunta que surge, en cada ocasión, es cuál elegir para armonizar la comida a la perfección.
A continuación, les damos recomendaciones infalibles en relación a la botella adecuada para el menú. Recuerden que no siempre el vino más caro es el mejor. Además, la elección de la etiqueta tendrá que ver con el estilo del vino atinado para una determinada circunstancia y los gustos personales de cada comensal.
El menú
Es importante elegir un vino según la comida. Es decir, a partir de los platos a degustar en la cena, seleccionaremos el líquido báquico adecuado.
El objetivo es potenciar ambas partes, sin tapar o distorsionar texturas y sabores. En términos generales, vinos tintos con buena estructura y cuerpo serán ideales para acompañar carnes rojas grasas, estofados, quesos duros maduros y elaboraciones con sabores intensos.
Por otra parte, los vinos tintos ligeros, súper versátiles, combinarán de maravillas con pastas con salsas rojas, quesos semiduros, carnes de cerdo y aves de mediana intensidad palatina.
Asimismo, si en el menú tenemos pescados magros, ensaladas con frutos de mar o quesos frescos, nos inclinaremos por vinos blancos ligeros, sin paso por barrica. Aquí, los rosados Estilo Provence (color tenue y sensaciones refrescantes) también son una óptima opción.
Si, en cambio, tenemos pescados grasos o aves con buena presencia en boca, iremos por un blanco con crianza en barricas o un tinto ligero, que amalgame estos platos de manera atinada.
El bolsillo
Cuando elijamos el vino para nuestra cena, lógicamente, contaremos con un presupuesto determinado. Lo importante, como narrábamos con anterioridad, es ir detrás de la inmejorable relación entre precio y calidad.
Una vez definido el tipo de vino que vayamos a beber, tendremos que estar muy avispados en los precios. Además, tengan en cuenta que las listas de precios cambian con frecuencia, consecuencia de la inflación. A modo de síntesis, consideren el rango de precios que se ajusta al propio bolsillo. Por supuesto, habrá ocasiones muy especiales (cenas románticas o de aniversario) que ameritarán un esfuerzo bien sentido.
El varietal
La elección del cepaje no es menor. En un país malbequero por naturaleza, de todos modos, encontramos un sinfín de variedades para maridar con diferentes platos.
Son un must Cabernet Sauvignon con carnes rojas intensas, quesos duros y platos con cierto tenor picoroso; Merlot con guisos, legumbres, carnes magras, quesos semiduros y platos a base de arroz; Syrah con cordero y carnes de caza ahumadas; Malbec con carnes rojas, de cerdo y de ave y pastas con salsas rojas; Pinot Noir con carnes blancas, platos a base de hongos, quesos blandos y pescados grasos; Chardonnay con pescados variopintos y pollo a las brasas; Sauvignon Blanc con ensaladas ligeras, ceviche y sushi; Torrontés con empanadas picantes y humitas, entre otras combinaciones destacadas.
Además de estas cuestiones, desde BordeRío, hacemos la salvedad de los gustos y preferencias. Más allá de las recomendaciones, la palabra final la tiene cada paladar, que elegirá su vino, en definitiva, a partir de sus sensaciones más placenteras, que brindarán sabores únicos para su paladar. ¡Salud!