Disfrutar de un vino implica conocer más de esta noble bebida. Una manera es entrenar al paladar para la cata con lo que llamaremos “fitness enológico”.
Ponerse en forma para una cata de vinos siempre va a requerir algo de trabajo previo. Claro que este entrenamiento no tiene por qué ser aburrido ni monótono. Si el fin es poder disfrutar del vino reconociendo sus virtudes, pues entonces en el mismo ejercicio de entrenar al paladar estará la diversión.
Existen una serie de actividades lúdicas que nos ayudarán en esta tarea de aprender más acerca de los vinos, y que requerirán de un equipamiento básico: copas de buena calidad y sin defectos, vinos a temperatura correcta, algunos amigos de los que acompañan en los brindis y muchas ganas de aprender de una manera descontracturada. Te podemos sugerir varias tareas
1. Catar a ciegas
Siempre habrá un amigo fiel con quien compartir esta actividad, ya que necesitaremos que él elija al azar vinos diferentes y nos lo presente cubiertos para una cata a ciegas. Si no vemos previamente la información en la etiqueta del vino nuestra cata estará totalmente despojada de prejuicios. No se tratará de adivinar qué vino es, sino de centrar nuestros sentidos y describir las sensaciones visuales, olfativas, táctiles y gustativas que nos produce cada muestra.
2. Comenzar por varietales
Se trata de identificar descriptores presentes en los varietales, para luego entender los vinos de corte. Buscaremos entonces para realizar una cata algunos vinos de un mismo varietal, de distintas zonas. Luego un varietal de una zona con y sin paso por roble, y luego vinos de la misma cepa con procesos diferentes de vinificación. En cada caso se harán catas comparativas, registrando qué diferencias encontramos.
3. Zonas y Terroirs
El paladar también puede ir afinándose según características que toman los vinos de su lugar de origen. Se comienza comparando vinos de zonas grandes: del Noroeste, de Cuyo, de la Patagonia, de la Pampa, etc. Luego se podrá hilar cada vez más fino: comparar vinos de diferentes zonas de una provincia, o de diferentes viñedos de una pequeña zona, y hasta podremos llegar a buscar vinos de diferentes parcelas de un mismo viñedo. Allí el desafío será aún mayor. Cada microclima hará la diferencia en las características que vayamos encontrando en cada vino.
4. Identificar maderas
Podemos elegir vinos de una misma bodega que tenga muchos matices en sus etiquetas, empezar con los jóvenes y luego avanzar de a uno con los que tienen añejamiento. Para entrenar verdaderamente al paladar se deberían buscar muchas variantes de tiempo (6, 12 o 18 meses) y de tipo de Roble (americano, francés) y sus distintos tostados (intenso, medio, suave). Como desafío final sería interesante que probemos dos estilos de un mismo vino de una bodega: una variedad o blend que haya sido fermentado en barricas y compararlo con otro que solamente haya sido criado en Roble.
5. ¡Los espumantes también juegan!
Una cata de espumantes puede tener muchos matices, tantos como etiquetas hay en el mercado. La diferencia más obvia es la variedad o el corte con el que se elaboran, y los diferentes porcentajes utilizados de cada una. Solamente para el corte clásico de Chardonnay y Pinot Noir hay miles de variantes en los porcentuales, y luego también habrá que probar otros varietales vinificados como espumantes, que cada vez hay mayor variedad en el mercado.
El método de elaboración de los espumantes determinará no solo la calidad en general, sino también el tamaño de las burbujas (punto crucial a evaluar, teniendo en cuenta que cuanto más chica, delicada y persistente es la burbuja será mucho más agradable al paladar). La manera en que las burbujas fluyen en la copa y la corona que dibujan en la superficie también serán temas a evaluar. En esto también es importante dejar de lado los prejuicios: dentro de cada método de elaboración (Champenoise, Charmat Lungo, Charmat) encontraremos excelentes etiquetas.
En todas estas catas será bueno conocer el precio de cada vino y espumante que probemos, ya que la relación precio – calidad será un parámetro crucial para evaluarlos. En cada franja de precio deberíamos exigir distintas cualidades. Al finalizar la cata de un vino nos preguntaremos: ¿cuánto estamos dispuestos a pagar por él? Si se acerca a su precio de mercado será muy buen punto a favor del producto.
Tips Finales
Por último les voy a pasar una receta que me ha funcionado, la que mi querido mentor, el Ingeniero Raúl Castellani, me enseñó para entrenarme para participar como jurado en los concursos de vinos. Puede parecer extraño el procedimiento, pero seguramente aprenderán mucho acerca de los defectos de un vino.
Nunca descarten una botella de vino que ha salido mala. Si al momento de descorchar un vino en una comida vemos que tiene olor o sabor desagradable para beberá, entonces la guardaremos con el corcho puesto. Luego, en un momento de tranquilidad, nos serviremos en una copa un poco de este vino y trataremos de identificar qué es lo desagradable que percibimos. Olores como humedad, ropero, vinagre, azufre, huevo podrido, rancio son algunos de los aromas que delatan defectos en un vino, y provienen de diferentes problemas que puede haber sufrido una botella.
Otra manera de entrenar al paladar en los defectos de los vinos es guardar los pequeños restos que quedan en las botellas luego de una comida. Tapamos con un corcho y guardamos esa botella en un lugar fresco y vamos probando ese resto de vino una vez por semana. Según pase el tiempo los defectos de oxidación y los que pueda tener el vino se harán cada vez más notorios. Llevar un registro de cada semana será un ejercicio positivo.
Con estas sencillas tareas podremos preparar un fitness enológico para practicar en las catas de vino. Seguramente será mucho más divertido hacerlo entre amigos, a modo de un delicioso juego.