Hay infinidad de opiniones en cuanto al consumo de alcohol, pero para resumirlo, solo hay dos posturas: los que dicen que es “bueno” y los que dicen que es “malo”. Tal vez las dos tengan razón. En esta especie de bipolaridad, ¡sería de utilidad que algún psicólogo nos ayude en la discusión!
Muchos conocemos la sensación de bienestar y relajación que aporta una copa de vino (diría un médico: son las endorfinas), pero también el famoso “se me parte la cabeza” o incluso peor aún “me cayó mal la mezcla” (cuya frase esconde un papelón público).
Entonces, ¿el alcohol es bueno o es malo? Como para casi todo, la mejor respuesta es: ¡Depende!
Podemos empezar diciendo que el tipo de bebida influye mucho en la respuesta del organismo. No es lo mismo una cerveza con 5 % de alcohol que un whisky, o cualquier otro destilado con 40 % , es decir unas 8 veces más. Pero además de la cantidad, lo que está en juego es el tiempo que le damos a nuestro hígado de ir “asimilando” ese alcohol que ingerimos.
El vino por su parte tiene una graduación de entre 12 % a 15 %, y se suele tomar en sorbos cortos y mediado por una charla, por lo que suele “avisar” cuando es el momento de no tomar otra copa más.
¿Qué sucede en nuestro cuerpo cuando tomamos alcohol?
Hay gente que dice que el alcohol es un estimulante, otros que dicen que es un depresor, pero lo cierto es que la bipolaridad intrínseca lo hace ambas. Al principio esta sustancia química pareciera funcionar como un excitante ya que desinhibe y “baja las barreras”, nos hace más charlatanes y algunas veces más simpáticos. Sin embargo, desde el punto de vista fisiológico el alcohol es un depresor del sistema nervioso central y un vaso dilatador (es decir, que las arterias y venas se “agrandan”, por lo que baja la presión sanguínea).
Pero a su vez el alcohol es un potente deshidratante, y para que todo funcione bien en la respuesta cerebral las células tienen que estar bien hidratadas (esa es la razón por la cual la resaca te invita a tomar un par de litros de agua, y después otro par más). Con la deshidratación aparecen los síntomas ya conocidos de falta de coordinación, respuesta lenta, falta de memoria, etc.
También hay razones otras médicas que lo hacen bipolar. La cara buena de la moneda es que “hace bien a la salud”. Es ampliamente conocido el hecho de que una copa de vino tinto te alarga la vida. La ciencia lo demuestra: favorece la segregación de endorfinas (las hormonas del placer), mejora la circulación sanguínea, el vigor sexual, y por tener antioxidantes alarga la vida de las células.
La cara mala es que puede causar adicción.
Entonces, si el alcohol del vino tiene dos caras, mejor quedemos con lo más linda.
La que te cuida la salud y te hace mas desinhibido. ¡Hasta ahí conviene llegar!