Proponemos acuerdos enogastronómicos tradicionales para celebrar el 25 de mayo.
Mayo. Mes patrio. En todo nuestro territorio flamean banderas y escarapelas celestes y blancas. Nos emocionamos. Nos unimos. A cada instante, nos vienen a la mente los recuerdos de aquel 25 en el que la revolución copó el Cabildo porteño para dar como resultado nuestro Primer Gobierno.
Cerramos los ojos, nos trasladamos imaginariamente a los albores del siglo XIX y pensamos en todas las tradiciones de aquella época. Entre las principales costumbres, rescatamos las comidas y los postres que disfrutaban los próceres que forjaron nuestra nación.
Guisos, locros, carnes a la parrilla, picadas criollas (chorizos, quesos de campo, aceitunas y pan casero) y pastelitos, son solo algunas de las preparaciones patrias que recreamos en compañía de diferentes vinos. A continuación, maridajes para brindar por el porvenir de nuestra querida Argentina.
Entrantes
Para dar comienzo a nuestro banquete de mayo, aconsejamos tomar una buena copa de Torrontés, nuestro cepaje autóctono, fragante, aromático, intenso y especiado. Cruza genética de Moscatel y Criolla Chica, sus notas florales, a uva de mesa y frutos tropicales, nos hacen pensar en una armonización gastronómica por contraste. Así, acompañaremos con empanaditas regionales picantes, humita al plato, humita en chala o tamales.
Otra variedad que va muy bien con estas entradas es Semillón. Si bien no es nuestra, ha sido la base de inolvidables antiguos vinos nacionales. Hoy, la hemos reivindicado con justa razón, de la mano de destacados enólogos.
Si nos inclinamos por la clásica tabla de quesitos, embutidos y panes variopintos, podemos seleccionar un rosado de Malbec (nuestra cepa tinta emblemática), de aspecto tenue (Estilo Provence), liviano, ligerito y con baja graduación alcohólica.
Asimismo, el comienzo del menú patrio suele tener como protagonistas a las mollejas, los vegetales de estación, quesos de cabra y salsas picantes y especiadas. Aquí, necesitamos imperiosamente un enjundioso blend de uvas blancas con aromas equilibrados y expresidos, con marcadas notas de frutas blancas y cítricas..
Primeros Platos
A la hora de los platos principales, es inevitable elegir locro, guiso de lentejas o carbonada. Es tiempo de servir un vino tinto con buen cuerpo, carácter y estructura.
Locro. Si bien es cierto que sus ingredientes varían, en general, sobresalen maíz, porotos, garbanzos, patitas de chancho y cuero, pechito de cerdo, falda, mondongo, chorizo colorado y salsita picante. Brinda diversas texturas y sabores, que se lucirán en compañía de un tinto con buena presencia. Malbec, Bonarda (otra uva con tintes nacionales) y Cabernet Sauvignon de cuerpo medio, son interesantes opciones.
Guiso de lentejas. Intensidad pura. Lleva panceta, chorizo colorado, papas, morrones, ajo y pimienta. Abramos, entonces, un tinto con buen paso por roble, suculento, carnoso. Cabernet Franc, Syrah, Cabernet Sauvignon o blends clásicos de Malbec y Cabernet son ideales para saborear estas tradiciones patrias.
Carnes a las brasas. Encendemos el fueguito y ponemos en la parrilla una tirita de asado, bife de chorizo u ojo de bife. Preferentemente, descorcharemos otra etiqueta tinta con crianza prolongada en barricas de roble. Es interesante indagar en los Petit Verdot, Tannat y blends robustos con crianza. Los cepajes no tradicionales vienen ganando terreno y se suman con fuerza en las góndolas.
Plan B. Una alternativa súper interesante es la entraña o el lomo. En este caso, estas carnes más magras pueden entenderse de memoria con uvas menos intensas como la Criolla, que hoy pica en punta y es valorada por los consumidores.
Autóctona, esta variedad da vinos bien ligeros (en la jerga la llaman “Falsa Pinot Noir”), con texturas muy delicadas. La Criolla llegó a nuestro país a través de los primeros colonizadores y siempre ha sido vinculada con exponentes vibrantes, fáciles de beber y algo rústicos, aunque refrescantes.
Postres
En el epílogo, nos deleitamos con los tradicionales pastelitos de dulce de leche, batata y membrillo. Es momento de tomar una copa de vino dulce natural, cosecha tardía o fortificado.
Estos vinos con mayor dulzor y menos graduación alcohólica, también van de la mano con nuestros suculentos flanes con crema, panqueques y tortas tibias de manzana.
La mesa está servida. Solo falta elegir el lugar y la mejor compañía familiar para degustar las exquisiteces patrias, que nos acompañan desde aquel histórico 25 de mayo de 1810. ¡Salud!