Cuando miramos botellas de vino con detenimiento, muchas veces nos encontramos con términos como “Roble”, “Reserva”, “Gran Reserva”, “Fermentado en barricas” o “Crianza en madera”.
A partir de allí, surgen interrogantes en relación al reposo del vino en tonelería. ¿Qué significan estos términos? ¿Qué diferencia hay entre un vino joven, aquel que tiene toque amaderado y el que durante largos meses descansa en los barriles?
Los vinos jóvenes
Empecemos por los vinos jóvenes. Ellos han sido elaborados para beberse a la brevedad, pronto y con un pequeño potencial de guarda. Es decir, tomando como referencia el año de la cosecha, estarán en óptimas condiciones los dos o tres años subsiguientes.
En general, son exponentes frescos, frutados, ágiles, fáciles de beber, de volumen ligero, envolvente y poca concentración. La expresión varietal es los que los distingue, siendo simples, amables para el paladar y accesibles en materia de precios. Las etiquetas lanzadas al mercado bajo esta categoría suelen ser las más económicas y amigables para el bolsillo.
Los vinos jóvenes, en definitiva, son ideales para “el día a día”, para disfrutar sin demasiado análisis en nuestras mesas y compartir un momento descontracturado en familia. Son las clásicas etiquetas de la cotidianidad, que nunca van a fallarle a nuestros paladares.
A la hora del maridaje, van muy bien como aperitivos o en tándem con elaboraciones frescas, sin demasiadas complicaciones ni estructuras grasas pronunciadas. Muchas veces, son vinos indicados para acompañar las cálidas temperaturas primaverales o estivales.
Los exponentes jóvenes, además, son un clásico para la previa del asado o comidas informales con amigos. Son un excelente “abre boca” y un “rompehielos” para aquellos que son más tímidos. Por supuesto, siempre pregonamos el consumo con moderación.
De menor a mayor
En la Argentina, los vinos con mayor estructura, volumen, cuerpo y complejidad tienen crianza en barricas de roble o, a tono con la tendencia de los países del Nuevo Mundo Vitícola, recurren a métodos alternativos en los que chips y duelas toman protagonismo.
Si el objetivo es que el vino “huela y sepa a madera” o, simplemente, tenga “un touch” o sensación de tonelería en el paladar, no es necesario que pase un largo tiempo en una barrica. Existen opciones más económicas, que demandarán menor tiempo y esfuerzo. He aquí un tema interesante, pues muchos paladares se preguntan cómo podemos darnos cuenta si todo el líquido estuvo en toneles o apenas ha tenido contacto con las mencionadas partes de la barrica, por separado.
Vinos Reserva
Cuando nos referimos a un vino Reserva, debemos saber que tienen mayor estructura, complejidad, concentración y volumen en boca, que los caldos jóvenes. Un vino tinto que, de manera reluciente, en su etiqueta tiene el mote de Reserva tiene que tener, al menos, un año de crianza en barricas de roble. Por su parte, los blancos que integran esta categoría deben haber reposado seis meses en madera.
Los tintos que están bajo el ala Reserva suelen ser elegantes, sofisticados, refinados y con buen potencial de guarda. Conviene, incluso, estibarlos un tiempo en nuestras casas, afín de adquirir mayor redondez. Ojo, no nos olvidemos de anotar que los tenemos, pues si nos olvidamos y pasan muchos años, su máxima expresión puede verse opacada por el paso inexorable de los días.
En general, los tintos Reserva tienen estructura media o media alta, buena carga tánica y presencia en paladar. A la hora del maridaje pensamos en platos con textura gasa o cierto nivel de complejidad.
Por su parte, los blancos Reserva adquieren muy buen volumen, son lácticos, la acidez está muy bien amalgamada y combinan de maravillas con elaboraciones gastronómicas envolventes.
Gran Reserva
A la hora de mencionar los Gran Reserva, debemos precisar que son tintos que tuvieron, mínimamente, dos años de crianza en barricas y blancos que descansaron, en principio, un año. Son caldos enjundiosos, pensados para evolucionar y gozar de buena salud durante décadas.
Aquí, ya debemos imaginar compañeros a la carta con muy buen tenor graso, salsas complejas o elaboraciones con mucha presencia sápida.
Los Gran Reserva son muy bien valuados y puntuados en todo el mundo, fundamentalmente, en España, donde, por ejemplo, el término ha dado nombre a una telenovela que transcurrió entre viñedos de la región vínica de Rioja.
Finalmente, es preciso recalcar que cuando una etiqueta tiene destacada la palabra Roble, significa que, de algún u otro modo, ha tenido contacto con la madera. No necesariamente, debió evolucionar en una barrica, sino que, lo más probable, es que haya tenido contacto con chips, polvo de roble o duelas.
Esperemos haber aclarado dudas que, aún en nuestros días, siguen generando confusión. De aquí en más, querido lector, dependerá de su gusto personal saber qué estilo de vino quiere disfrutar.
¡Hasta la próxima!