Que el mundo del vino es mítico, fascinante y tiene un halo de elegancia es innegable. Una vez que nos adentramos en este fascinante tema (siempre con moderación), queremos indagar más sobre climas, suelos, variedades y buceamos en el maravilloso terroir, del que emanan líquidos báquicos emocionantes, que nos llegan al corazón.
Sin embargo, más allá del deslumbramiento que siempre nos da la bebida más noble de todas, hay un sinfín de mitos, dudas e intrigas que, para numerosos paladares, aún están sin resolver.
A continuación, tildaremos con una V, de verdadero, o una F, de falso, diez puntos vinculados al planeta vínico, que despejará dudas a los paladares desprevenidos.
Los vinos con tapa a rosca son de mala calidad (Falso)
Es muy frecuente escuchar, en cualquier degustación o encuentro vinófilo, que las etiquetas cerradas a rosca son “berretas”. No hay nada más falso que ello. Ni siquiera una moneda de tres pesos es tan ficticia como esta errada afirmación.
Los vinos con este cierre son ideales para beber durante el año de cosecha o en su añada inmediatamente anterior. Este tapón es perfecto para aquellos exponentes que serán bebidos pronto, frescos, frutados, ágiles y sin paso por barricas.
En general, la rosca tapa vinos blancos y rosados jóvenes, aromáticamente muy expresivos, con acidez envolvente y “peligrosos” a la hora de ser tomados, pues son ligeros y amenos para el paladar.
Asimismo, en el último decenio, este cierre aplicó para diferentes tintos sin crianza y que son “pura fruta”. Al igual que en las menciones anteriores, la rosca es práctica en estos estilos de vinos, favorece la conservación de los aromas y representa para las bodegas un costo menor.
Solo debemos sacarnos de la cabeza los prejuicios y aceptar este cierre como una alternativa válida y adecuada para vinos que son fáciles de tomar, sin complejidades ni potencial de guarda prolongado.
El vino se elabora con cualquier fruta (Falso)
Muchas veces, sentiremos mencionar que un vino huele a pomelo, maracuyá, manteca, rosa blanca, violeta, cereza, frutilla, vainilla o coco. Ello no siginifica que se le dosifique alguno de los productos citados.
La asociación olfativa tiene que ver con los denominados Aromas del vino. Los primarios son propios de la uva y de su terruño. Es decir, genéticamente, por ejemplo, un Malbec huele a ciruela y un Cabernet Sauvignon a pimiento verde fresco.
Los aromas secundarios se desprenden del proceso de fermentación y dan notas lácticas o mantecosas. Sensaciones asociadas al yogurt, la leche y la manteca se nos hacen presente en la nariz.
Por otra parte, las notas terciarias nacen de la crianza en barricas. Chocolate, dulce de leche, humo, café, coco y vainilla son solo algunos de los perfiles aromáticos de los vinos que han reposado en madera.
“Mientas más añejo, mejor” (Falso)
Esta afirmación se ha convertido, con el paso de los años, en un gran mito. Todo vino tiene un potencial de guarda o curva de vida tentativo, según su proceso de elaboración.
Si un vino ha sido para beber fresco, en su plena juventud, no tendrá una curva de vid muy prolongada y, por ende, mientras más tiempo lo esperemos, peor se pondrá. Los vinos blancos, rosados y tintos que sean ágiles y sin paso por barricas, conviene tomarlos a la brevedad.
Una buena etiqueta significa que atesora un buen vino (Falso)
Esto es como cuando nos gusta una persona. Que sea bonita físicamente no nos garantiza que nos agrade o conmueva su personalidad.
En materia vínica, una etiqueta muy bien diseñada no avala el líquido interior. Lógicamente, un diseño vistoso, llamativo y muy innovador, nos invitará a comprar la botella. Por el contrario, una etiqueta con un diseño que se pierde o que no nos dice nada, puede, en una primera impresión, alejarnos de la botella.
Está comprobado que muy buenos vinos, a causa de una etiqueta discreta y visualmente poco atractiva, se ha vendido menos que un vino de calidad media, pero que desde el marketing se ha sabido vender muy bien. Para pensar y reflexionar.
Una botella pesada y muy imponente alberga vinos más caros (Verdadero)
Por marketing, prestigio o, simplemente, un tema diferenciador de las otras líneas de vino, las etiquetas emblemáticas o icónicas de las bodegas vienen en botellas más densas y con mayor presencia.
Ello no significa, sin embargo, que nos tenga que gustar más que un vino económico, presentado en una botella más simple y liviana. Es importante guiarnos siempre por lo que dicta nuestro paladar y no por las imposiciones condicionantes.
Los vinos rosados son femeninos (Falso)
Tremenda falacia. Los rosés, a tono con la creciente tendencia de productos ligeros, frescos y frutados, son siempre un gran comodín. Versátiles a la hora del maridaje, se adaptan a un sinfín de elaboraciones gastronómicas. De picadas a pescados, pollo y hasta carnes rojas poco grasas, son una alternativa ideal para disfrutar en buena compañía.
Asimismo, nunca hemos entendido el porqué de la categorización femenina, con tintes de menosprecio. El vino rosado es para todos los paladares que quieran vivenciar una copa fresca, frutada y con acidez envolvente.
El vino se toma a temperatura ambiente (Falso)
Cada tipo de vino se bebe a una temperatura determinada. En términos generales, los blancos ligeros se disfrutan como corresponde entre 8 y 10 grados, mientras que los blancos con volumen, entre 10 y 12 grados. Los tintos ligeros, entre 12 y 14 grados, y los tintos de cuerpo medio, entre 14 y 16 grados. Por su parte, los tintos con cuerpo se degustan a una temperatura de entre 16 y 18 grados.
Es fundamental respetar estos rangos térmicos, afín de disfrutar cada vino de manera atinada. Bouns track: el espumoso deber tomarse entre 5 y 7 grados.
Los vinos blancos van solo con pescados y los tintos con carnes rojas (Falso)
Hay exponentes blancos, por ejemplo, a base de Chardonnay, criados o fermentados en barricas de roble que pueden combinar de maravillas con achuras, cortes de cerdo, pollo a las brasas y hasta algún corte de carne roja magro. Según el tipo de elaboración y el estilo de vino blanco pensado, las opciones a la hora de la combinación enogastronómica son múltiples
Un ejemplo clásico, por contraste, que vale la pena mencionar, es el tándem Torrontés con empanadas salteñas picantes. Tome lápiz y papel, así realiza este excelso ensamble.
En cuanto a los vinos tintos, variedades nobles y delicadas como el Pinot Noir van de maravillas con pescados grasos, como el pacú, la trucha o el salmón.
Asimismo, un delicado Merlot o Malbec sin paso por barricas pueden ir de maravillas con alguna carne blanca. Una vez más, debemos sacarnos de la cabeza los mitos que heredamos de generación en generación.
El vino blanco me da dolor de cabeza (Falso)
Salvedad: esta afirmación es falsa en nuestros tiempos. Antes, ha sido verdadera. Para compensar la falta de taninos, que nos permiten mayor durabilidad en el vino tinto, a los blancos le agregaban exceso de sulfitos. Así nació el mito (otrora realidad) del blanco que nos da más de un dolor de cabeza.
Con el tiempo, los blancos han evolucionado y están, sin duda, a la par de los tintos. Hoy, la jaqueca de los blancos será consecuencia de haber tomado unas copas de más.
El vino en lata es una alternativa moderna y muy válida (Verdadera)
Perdamos, definitivamente, el miedo a los formatos alternativos. La lata, el bag in box y hasta la mencionada tapa rosca, nos ofrecen en el mercado opciones diferentes para consumidores que buscan adentrarse en el mundo del vino sin solemnidades ni mandamientos obsoletos.
¡Salud! Y hasta la próxima…