España y Portugal tienen mucho en común. Más de lo que uno puede imaginar. Más allá de “falar” idiomas diferentes, pero similares, son dos terruños con mucha historia y tradición.
Sol, playas, clima ideal para disfrutar paseos al aire libre, pueblos cálidos y receptivos, una gastronomía de ensueño con pescados, quesos y jamones como estandartes y, desde luego, una viticultura posicionada en la élite mundial.
Ambas naciones son emblemas del buen comer y beber. Por ello, desde siempre, millones de turistas han desembarcado en estas bendecidas tierras, en busca de los placeres sensoriales más afamados. En cada esquina y en cada rincón de estos países ibéricos hay un bon vivant que disfruta la infinita propuesta enogastronómica.
Con vides que atesoran pasiones, anécdotas, pujas familiares y hasta romances, nos adentraremos en la viticultura de estas dos pequeñas, pero grandes naciones por naturaleza. Los invitamos a disfrutar de un deleite total para los sentidos.
Vinos lusos
Portugal es mucho más que su prestigioso vino de Porto. Si bien estos productos lo han llevado a la consagración vinófila internacional, gracias a su clima benévolo y la infinidad de cepajes autóctonos, ha posicionado en el mercado una gama muy amplia de estupendas etiquetas tintas, rosadas y blancas, sin dejar de lado el fortificado vino de Madeira, los Moscateles y los refrescantes espumosos.
Lo más destacado de los vinos portugueses es que podemos descubrir más de 250 variedades de uva, muchas de ellas autóctonas, que imprimen en los vinos un carácter único y diferenciado entre los excelsos vinos mundiales. Es decir, compiten de igual a igual con un Burdeos, Borgoña o Rioja. Sí, Portugal está en la creme de la creme vínica.
Entre las cepas blancas destacadas, el Alvarinho pica en punta. Símbolo de los Vinhos Verdes, da productos frescos, frutados, con envolvente acidez, ideales para combinar con un rico pulpo o bacalao.
Otras blancas sobresalientes son Arinto (blancos secos, con marcadas notas cítricas), Loureiro (reconocida por sus aromas delicados) y Maria Gomes, que le da vida a los enjundiosos espumosos de Bairrada, en tándem con frutos de mar.
A la hora de las tintas, son un elixir la uva Baga, también símbolo de Bairrada, que nos regala vinos tánicos, con enorme potencial de guarda. Pensemos en un leitao (lechón) o la francesinha, el sándwich gigante de Porto.
Otras tintas que valen la pena son Castelao Francés, típica del Sur, Ramisco (Región de Colares) y la clásica Tinta Roriz, sinónimo de Duero. Pensemos, aquí, en unas ricas Alheiras de Mirandela, chorizos ahumados rellenos con carne de pollo, de cerdo, aceite de oliva, pan, ajo, sal y pimentón. Se luce, además, la versión con carne de aves de caza, pato, ternera o jamón, normalmente fritas en su propia grasa o elaboradas a la parrilla.
Párrafo especial merece la Touriga nacional, una de las más destacadas cepas para la elaboración del Porto. Más allá de este vino, podemos encontrarla en un vino tranquilo con mucha personalidad. Pensemos, aquí, en un maridaje excepcional: carne de cerdo a la alentejana. Este plato sobresale por su espectacular combinación de mar y montaña, con carne de cerdo frita previamente marinada con pimentón, ajo, perejil y laurel, al que se le agregan berberechos o almejas y una importante cantidad de cilantro.
Actualmente, Portugal es el 11º productor y el 8º exportador mundial de vinos. Datos muy interesantes para los paladares sibaritas más exigentes. Las nuevas tecnologías, unidas a la centenaria tradición, dan como resultados vinos de excelente calidad, que hoy conquistan cada rincón del planeta.
Con más de 30 Denominaciones de Origen Protegida y más de una decena de Indicaciones Geográficas, distribuidas por múltiples escenarios (desde el vergel norte hasta el centro de montañas, colinas y ríos, las llanuras meridionales y los orígenes volcánicos de las islas atlánticas), Portugal es un terroir de máxima riqueza y diversidad, que vale la pena descubrir.
¡Qué viva España!
España es un país fantástico. Para vivir, para disfrutar, para vivenciar en su máxima expresión, de norte a sur, a través de toda esa mítica meseta central. Esta nación, en términos de vino, sabe a Jerez y a vino tinto del bueno. Perdón, no quisiera olvidarme del Cava, las burbujas que le juegan, de igual a igual, a los Champagnes.
Uno de los datos más salientes a tener en cuenta es que se cultiva la vid en cada una de las 17 Comunidades Autónomas. Sí, hay vino en cada pedacito de terruño. Por ello, España es sensacional y nos invita a descubrir sus variopintos sabores.
Gracias a su ubicación estratégica, las diferencias climáticas y la variedad de los múltiples suelos, “la Roja” (así la denominan en términos futbolísticos) es un lugar privilegiado para la elaboración de vinos de alta gama. En realidad, a tono con los lusos, la Península Ibérica es un rincón del mundo inigualable.
Otro dato llamativo es que casi la mitad de la extensión total se encuentra en Castilla-La Mancha (273.050 has entre DO y VP), la región geográfica con mayor extensión del mundo dedicada a su cultivo, seguida de Extremadura, Valencia, Castilla y León, Cataluña, La Rioja, Aragón, Murcia y Andalucía.
Entre los terruño top, devenidos en las zonas vinícolas más conocidas internacionalmente son Rioja y Ribera del Duero, famosa por su producción de Tinto Fino. Podemos pensar en un buen cochinillo, un rabo de toro o un cocido madrileño.
Si tenemos ganas de algún aperitivo, a base de pescados o mariscos, imaginemos un envolvente Jerez, elaborado con el tradicional sistema de criaderas y soleras. Este vino fortificado es un clásico en el sur español y se adapta a un sinfín de elaboraciones gastronómicas.
Si nos vamos, imaginariamente, a Galicia, inevitablemente pensamos en las Rías Baixas, conocidísima por sus vinos blancos de Albariño, refrescantes y con una sorprendente acidez, perfectos para combinar con pescados de la inmensa costa del Atlántico.
Punto y aparte merecen las regiones catalanas del Penedés, emblema de la producción del mejor Cava, y Priorat, Denominación de Oriegen Calificada, multipremiada a partir de sus vinos tintos con especiales notas minerales.
Si de variedades cuchicheamos, las más plantadas en España son la Airén (23,5%), la clásica Tempranillo (20,9%), Bobal (7,5%), Garnacha Tinta, Monastrell, Pardina, Macabeo y Palomino, según su orden de importancia en relación a su cultivo.
Así, concluimos que Portugal y España son dos gigantes que navegan con éxito en la élite del vino. La buena noticia es que no solo sus productos son un elixir, sino que también pueden combinarse con exquisitos platos típicos, entre pueblos sonrientes, que reciben a todas las gentes del mundo con mucho amor. ¡Salud!