Diario La Capital - Abril de 2017
Por Jorge Garmendia
El termalismo y la «Ruta del Vino» en Victoria surgen como resultado de la conjunción de los esfuerzos oficiales y del sector privado de esta localidad de 32 mil habitantes, que también cuenta entre sus ofertas para el visitante los museos Carlos Anadón y del Ovni, el mirador de la Virgen de Fátima, el cerro La Matanza, la Abadía del Niño Dios, la Costanera, los paseos náuticos y el ecoturismo.
El desarrollo del termalismo tiene su máximo exponente en el Parque Temático Termal Victoria del Agua, una moderna estructura arquitectónica que preserva la armonía de esos verdes paisajes de la ribera del Paraná.
La directora de Turismo de Victoria, Lina Pereyra, dijo durante una recorrida por ese complejo termal que «la idea es potenciar las bondades de las aguas del parque con el desarrollo de más y mejor infraestructura para los visitantes. También trabajamos para aprovechar la conectividad terrestre y acuática inmejorable que tiene la localidad a raíz de sus rutas, la navegabilidad de sus costas y el puente que la une en pocos minutos con Rosario», subrayó la funcionaria.
El parque termal cuenta con vertientes y cascadas artificiales, una terraza en lo más alto del complejo con una gran pileta y un solarium, una réplica de una laguna escondida bajo una gruta y sitios cerrados para tomar baños con las aguas curativas que provienen de las profundidades de esa zona del pre-Delta.
El complejo ofrece además los servicios de un spa, donde se realizan tratamientos de estética y relax, de bares y un restaurante que ofrece comidas hechas en base a pejerrey, dorado, surubí, boga y sábalo. Pereyra destacó que «también es posible apreciar lo mejor de la flora y la fauna de esta zona y realizar avistaje de aves, porque hay abundancia de patos, macaes, garzas, gallinetas, gansos, cisnes cogote negro, gallaretas, y chajáes».
La flora de esta región se caracteriza por una vegetación acuática, flotante, sumergida y arraigada que presenta una enorme riqueza de especies que cubren las orillas del Paraná y de los numerosos riachos, lagunas y arroyos que se forman a su paso entre las que se destacan especies como camalotes, carrizos, canutillos, espadañas, totoras, pajas bravas e irupés.
En el sector más alto de esa zona hay poblaciones de sauces criollos, alisios de río, curupíes, laureles, timbó blancos y ceibos, entre otras especies arbóreas de madera blanda y rápido crecimiento. La fauna permite apreciar especies como carpinchos, lobitos de río, comadrejas, ranas, cardas, tortugas, culebras, gatos montés y hasta pumas.
El otro atractivo turístico que está comenzando a desarrollarse con fuerza en Victoria es la Ruta del Vino entrerriano, que ya tiene su punto de inicio en la bodega Borde Río, construida en un espacio próximo al Paraná y desarrollada sobre una futura reserva natural en desarrollo.
La propuesta
Los dueños, Guillermo Tornatore y su esposa, Verónica Irazoqui, decidieron iniciar este nuevo recorrido con la construcción de una bodega, que incluye una sala de cata especialmente diseñada, con pisos de turquía, mármoles de Italia y bóvedas similares a las originales; un museo relacionado con la industria vitivinícola y un incipiente complejo de cabañas para albergar turistas.
Tornatore subrayó que el proyecto «intenta rescatar una industria en la que Entre Ríos era pionera y que por una ley del entonces presidente Agustín P. Justo, en 1936, que impedía la fabricación de vino en otra provincia que no fuera Mendoza, quedó destruida».
Irazoqui sostuvo que en materia de producción «aspiramos a lograr un vino con identidad propia, creado con la mejor tecnología y que también pueda captar al universo femenino, por su suavidad y sus aromas frutales. El apoyo oficial es fundamental para que este emprendimiento, en el que hoy se fabrican 75 mi botellas se convierta en una opción turística y para Victoria», añadió el propietario la bodega.