Con el verano llegan las temperaturas elevadas. El calorcito nos hace pensar en un buen chapuzón en la pileta, en más de una ducha diaria, en llevar ropa liviana y refrigerar alimentos y bebidas como corresponde. En materia enófila, si no tenemos los vinos guardados en lugares alejados de los rayos del sol o espacios bien ventilados, sufrirán consecuencias irreversibles. Hoy te contaremos en detalles cómo afectan las altas temperaturas al vino.
Ya hemos expresado en numerosas oportunidades que el vino es un ser vivo, que nace, crece, se desarrolla, alcanza su punto máximo de madurez, decae y muere. Y , según la elaboración que haya tenido, tendrá un mayor o menos potencial de guarda (curva de vida tentativa).
Esto significa que el vino, una vez embotellado, evolucionará cada día un poco más. Por ello, es fundamental, propiciar un desarrollo óptimo, afín de evitar su óptimo estado de salud. Si, por acaso, dejamos las botellas expuestas al sol y el intenso calor veraniego, los líquidos evolucionarán de manera desfavorablemente rápida y terminarán “picados”, avinagrados y serán, sin duda, intomables.
Sería un grave error dejar los vinos en patios, terrazas o sitios expuestos al aire libre. Al calor del verano hay que sumarle los cambios de temperatura nocturnos. La variación térmica influirá de manera directa en la mencionada evolución indeseada del vino. Los cambios bruscos y marcados de temperaturas son una sentencia letal para la calidad de los líquidos.
Consejos para conservar el vino en verano
Por todo lo mencionado, nuestra recomendación es no solo mantener una temperatura constante (veremos en los próximos párrafos el rango ideal), sino también evitar la luz directa, propiciar una óptima ventilación y guardar las botellas en la posición adecuada. Además, es fundamental guardar el vino en una cava o lugar con buena humedad relativa, lejos de las olas de calor estivales.
A continuación, repasamos un ABC imprescindible para guardar los vinos como corresponde y, de este modo, evitar inconvenientes irreparables:
- OSCURIDAD: Debemos guardar el vino en un lugar que contenga poca luz o nula. Ella es enemiga pública número uno del líquido báquico, favoreciendo su descomposición.
- AIREACIÓN: Para conservar correctamente el vino, es necesario que haya una óptima circulación del aire. Así, evitaremos olores raros y la indeseada propagación de hongos.
- TEMPERATURA: El rango ideal de conservación oscila entre los 14° y 16° (aconsejamos tener la cava refrigerada de este modo). La baja temperatura frena la evolución. La alta, en cambio, la acelera.
- ESTABILIDAD: Guardemos el vino en un lugar donde no existan las vibraciones. Los sólidos en suspensión decantan y perjudican la evolución del líquido.
- HUMEDAD: El lugar en el que descansen nuestros vinos debe tener una humedad relativa del 70%. El objetivo es evitar la propagación de hongos y la pérdida del líquido. Asimismo, se conservan de manera muy precisa las etiquetas y los corchos.
- POSICIÓN: Los vinos se estiban en forma horizontal. En cambio, espumosos y destilados, de manera vertical. La finalidad es evitar posibles transferencias de olores y sabores no deseados o desagradables.
Es fundamental que el corcho permanezca húmedo también en su parte interior, por lo que es necesario que esté en contacto con el vino (el vino se almacena en posición horizontal). Además, una pequeña inclinación permite que los sedimentos se depositen en el fondo. En definitiva, lo ideal sería que las botellas se encuentren en posición horizontal con una inclinación de entorno al 5%.
Por otro lado, no conviene perturbar el reposo del vino de manera innecesaria, siendo más que aconsejable el uso de botelleros individuales y evitar mover varias botellas (sobre todo las más añejas) y marear el vino para sacar una sola.
En el caso de espumosos, champagnes y destilados, recomendamos la guarda de manera vertical. En relación a las botellas con presión interna, mantienen el corcho expandido, evitando, así, el paso del oxígeno. He aquí la gran diferencia en relación a la guarda de los vinos tranquilos.
Todas estas razones, fundamentadas en las líneas anteriores, son claves para propiciar la óptima evolución del vino. Debemos cuidarlo y conservarlo con mucho amor. Más, aún, en verano, pues las altas temperaturas perjudicarán seriamente sus características organolépticas.
Estamos en presencia de un ser vivo que quiere, siempre, expresarse en su plenitud para que todos los brindis (con moderación) sean memorables. ¡Chin Chin y hasta la próxima entrega!