El mundo del vino es tan atrapante como fascinante. Entendido siempre con responsabilidad y moderación, nos lleva a vivenciar una historia milenaria, plena de encantos, misterios, mitos y leyendas, que, sin duda, aún en nuestros días influyen en nuestras percepciones y experiencias sensoriales.
En esta nota, estimados lectores de BordeRío, desmitificaremos conceptos erróneos que no tienen sustento científico, en pos de dar a luz a la verdad que se esconde detrás de cada uno de ellos.
Mito 1
El vino tinto se sirve a temperatura ambiente y nunca se debe enfriar. Falso
Para cada estilo de vino, existe un rango de temperatura correcta. Lo importante es disfrutar los encantos organolépticos del brebaje más noble de todos, en óptimas condiciones.
Lo primero que nos preguntamos es “¿Qué es temperatura ambiente?”. La del verano, la del invierno, la de nuestro hogar o la del patio exterior. Si tomásemos en cuenta la temperatura global y obtuviésemos un promedio entre los diferentes climas del mundo, llegaríamos a una media de 14 grados (si bien con el calentamiento ambiental todo va en ascenso).
En términos generales, un vino tinto “para todos los días”, de cuerpo medio, se toma entre 14 y 16 grados. Los más ligeros, denominados de verano, con menor tenor alcohólico y menor carga tánica, irán a unos 12 grados. En tanto, los vinos tintos con cuerpo, sofisticación y estructura, se beben entre 16 y 18 grados.
Mito 2
Si es vino blanco, que sea del año de cosecha porque los blancos no tienen potencial de guarda. Falso.
Si bien es cierto que, en general, los vinos tintos tienen más vida que los blancos, hoy los blancos de categoría Reserva y Gran Reserva, fermentados o criados en barricas, tienen un envejecimiento notable, sorprendente y prolongado.
Con el tiempo, los vinos blancos pensados para evolucionar, adquieren complejidad, potenciando la untuosidad, cremosidad, con notas aromáticas entre las que sobresale la miel. Ejemplo de ello es el BordeRío Injusto Chardonnay, que con el correr de los años adquiere gran elegancia y prestancia.
Mito 3
Los vinos blancos combinan solo con pescado y los tintos van con carnes y quesos. Falso
Gran mito, gran. Los vinos blancos enjundiosos, con buen volumen y estructura pueden ir con carnes como pollo y cerdo (solomillo) y hasta algún corte de carne roja magro.
Asimismo, tintos ligeros, como Pinot Noir, Merlot o Malbec sin contacto con tonelería, armoniza de maravillas con pescados de río.
En relación a los quesos, los blandos o neutros como la mozzarella, preferirán blancos o rosados (incluso los de curación media). A medida que tenemos quesos más duros, sí nos inclinaremos por vinos tintos con mayor peso en boca.
Mito 4
Los vinos cuanto más añejos, son mejores. Falso
No todos los vinos mejoran con el paso del tiempo. Hay vinos que están diseñados para su consumo inmediato, ideales para beberse jóvenes y frescos, mientras que otros se complejizan a partir de una crianza en tonelería adecuada.
Recordemos que los vinos son como los seres humanos. Nacen, crecen, se desarrollan, alcanzan su pico máximo, decrecen y mueren. Por ello, además de tener en cuenta el potencial de guarda sugerido, es importante, guardarlos en condiciones atinadas para que esa evolución sea lo más favorable posible.
Mito 5
La tapa a rosca en un cierre para vinos de baja calidad. Falso
En este espacio somos férreos defensores de la tapa a rosca. Un cierre ideal para vinos jóvenes, frescos, frutados y sin contacto con la madera.
Es un tapón que conserva los aromas del vino, brindando sensación de juventud, tomabilidad y agilidad en el paladar.
Además, hoy se están perfeccionando las tapas a rosca para que los líquidos puedan evolucionar favorablemente con el correr de los años.
Y ustedes, queridos lectores, ¿conocían estos mitos? ¿Saben de otros? ¡Los leemos!