Tips de un sommelier para disfrutar un gran vino

Un nacimiento. Una boda. Un aniversario de casados. Un bautismo. Una graduación universitaria. Una cena de San Valentín. Un reencuentro con el amigo más querido. Cualquiera de estas situaciones conmemorativas, sentidas y que nos invitan a celebrar por la vida, siempre es acompañada por un gran vino.

Cuando nos toca vivenciar un momento único, especial y memorable descorchamos aquella etiqueta preciada, que teníamos guardada, justamente, para una jubilosa ocasión. Esa botella que aguardábamos disfrutar con ansias el día indicado.

¿Cómo hacemos para descubrir y apreciar este enjundioso vino? ¿Hay tips infalibles que un sommelier nos puede brindar? Sí, por supuesto, y aquí detallamos algunos de ellos.

Conservar bien el vino

En primer lugar, debimos haber guardado el anhelado exponente alta gama en óptimas condiciones. Atesorarlo en una cava es lo ideal, a temperatura controlada, entre 14 y 16 grados (si se trata de un tinto), en posición horizontal, con humedad relativa al 60% y muy poca luminosidad.

Si no disponemos de una cava, un armario, un sótano o un lugar acondicionado con los requisitos anteriores, custodiarán de la mejor manera posible nuestro gran vino. Es decir, su correcta evolución estará garantizada.

En segundo término, antes de abrirlo, recomendamos pasarle un paño por si han quedado algunas partículas en suspensión, restos de polvo o, quizás, moho. Por las dudas, mimemos de antemano este líquido báquico que, seguramente, no tomemos todos los días. Un vino que quedará guardado en nuestra memoria merece tener una ceremonia previa atinada.

El descorche

Luego, es importante realizar la apertura de la botella con calma y cuidado. A veces, tener un grandísimo vino frente a nosotros nos puede hacer temblar el pulso por miedo a que se rompa el corcho. Lejos de pensar en ello, la recomendación es relajarse y disfrutar al máximo el instante del ansiado descorche.

Si el vino que abriremos ya tiene unos cuántos años en su haber (siete, ocho, nueve, diez o más), nuestro consejo es que lo dejen “respirar” dos horas antes dar el primer sorbo. Pueden dejarlo reposar en la propia botella o trasvasarlo a un decantador. Las dos opciones son válidas y personales. Si nos inclinamos por el decanter, seguramente, evitaremos que los sedimentos (la materia colorante con el tiempo precipita) pasen a nuestra copa.

La hora de catar el vino

Una vez que el vino empezó a expresarse, tras haber estado un prolongado tiempo dentro de la botella, llega el momento de servirlo. Al mejor estilo sommelier, daremos a probar una pequeña medida, afín de dar nuestro consentimiento.

Aquí, recomendamos cerrar los ojos, pasar el vino por nuestra boca, sentir las sensaciones que nos regala un vino de alto vuelo y dejarnos llevar por sus múltiples cualidades. Seguramente, encontremos esas notas de frutas maduras, engalanadas y ensambladas con los típicos aromas que aporta la barrica. Los grandes vinos suelen estar un tiempo prolongado (12, 18 o 24 meses) en roble.

Por supuesto, antes de tomar el vino, haremos un análisis visual y olfativo. En vista, analizaremos el color, las tonalidades, la profundidad cromática y las lágrimas, que nos indicarán su viscosidad. Si un vino tinto ya tiene cierta evolución, ese color violáceo intenso virará hacia las tonalidades granates, tejas y anaranjadas, propias del paso de los años.

Nuestra recomendación de sommelier, en la fase visual, es inclinar la copa 45 grados hacia afuera, sobre un fondo blanco para apreciar con precisión las características organolépticas mencionadas en el párrafo anterior.

La nariz, por su parte, nos anticipará el carácter del vino. Será una previa de lo que sentiremos en el paladar. Una olfacción profunda, detenida y con buena concentración, nos hará vibrar con un mundo de sensaciones, dignas de una gran e inolvidable etiqueta.

La mejor compañía

Finalmente, después de realizar cada uno de estos pasos, es tiempo de brindar y compartir el vino con las personas que nos acompañan en este deleite sensorial. Un vino “de aquellos” bien vale la pena disfrutarse en calma, en una circunstancia que amerite su apertura.

Hay una frase muy cierta y añeja, que perdura a través del tiempo: “El vino y sus circunstancias”. El momento vivido hace que un vino, más allá de su precio, nos guste más o menos, según el contexto. Si este es ameno, distendido y emotivo, ese líquido que, sin duda es envolvente y seductor, potenciará sus nobles cualidades.

He aquí, las recomendaciones, paso a paso, para disfrutar un gran vino. Es solo cuestión de hacer una acertada elección y elegir la mejor compañía, en un ambiente propicio. Siempre con moderación, entender y comprender un exponente con características ampulosas es maravilloso. ¡Hasta nuestro próximo encuentro!

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