Los hay ligeros, frescos y frutados. Los hay de cuerpo medio y también estructurados. Los estilos de vino son infinitos y cada paladar es un mundo aparte.
Lo cierto es que, según las estaciones del año, hay exponentes que pican en punta y son un must de temporada.
En términos generales, en la temporada estival, el público prefiere vinos “peligrosamente” fáciles de beber”, sin contacto con la tonelería, refrescantes y livianos. Blancos, rosados y tintos de verano son los grandes protagonistas.
En el otoño, los vinos seleccionados ya empiezan a tener mayor peso en boca, con notas especiadas y hasta con crianza en barricas. Son las denominadas etiquetas de mediana sofisticación. Aquí, las opciones van desde blancos con más volumen, a rosados y tintos “tomables”.
En invierno, es inevitable pensar en comidas calóricas y, para ello, los vinos suelen ser complejos, densos en boca y con buena presencia de la madera.
En definitiva, existen los vinos perfectos según las estaciones climáticas y a continuación, sin repetir y sin soplar, va un ABC para tomar nota y tener en cuenta los 365 del año.
VINOS PARA PRIMAVERA
¡Bienvenido, bienvenido amor! El advenimiento de la primavera coincide con el renacer, la renovación y la llegada de las temperaturas benévolas. Atrás queda el riguroso invierno y es momento de guardar en el placard camperas y bufandas.
Empiezan a a largarse los días, el sol se hace presente y la gente empieza a hacer planes al aire libre. De todos modos, recordemos que las mañanas y, fundamentalmente, las noches siguen siendo muy frescas, dándonos temperaturas verdaderamente cambiantes.
Así, a la hora de pensar en vino, los ideales son ligeros, refrescantes y muy versátiles para el maridaje.
Vinos blancos: Es tiempo de Sauvignon Blanc, Torrontés, Pinot Gris y Chardonnay en versión moderna, sin esa presencia láctica a flor de piel. Pensemos en vinos con envolvente acidez, notas cítricas y florales que se complementan de maravillas con los típicos sabores frescos y ligeros de los platos primaverales.
Vinos rosados: Primavera y vinos rosados simbolizan la pareja perfecta. Es el deleite total. Los rosés son camaleónicos, dinámicos y versátiles. Acompañan un sinfín de elaboraciones y, si bien atesoran la frescura de los vinos blancos, tienen más volumen y estructura. Vayamos detrás de los rosados secos con notas de frutillas, cerezas y flores.
Vinos tintos ligeros: Frescos, frutados, delicados y sin contacto con la madera (o apenas un pequeño porcentaje del líquido) van muy bien en tiempos primaverales. Pinot Noir, Merlot y Malbec jóvenes, las variedades predilectas. Son vinos suficientemente ligeros para no abrumar los sabores de las comidas primaverales, pero aún así ofrecen complejidad y buen cuerpo. Infalibles.
VINOS PARA VERANO
Calor, temperaturas que superan los 30 grados, días prístinos y diáfanos. Las postales nos llevan a la playa o la pileta, asados al aire libre, comidas ligeras y refrescantes. La selección de vinos para esta temporada debe ser capaz de contrarrestar el calor y maridar los sabores veraniegos de la manera más atinada.
Vinos blancos: Súper ligeros y refrescantes. son la opción perfecta para los días de verano. Cepas como Albariño, Riesling y Viognier son muy recomendadas para paliar las jornadas calurosas. Ensaladas de mariscos, frutos de mar y pescados magros son eternos compañeros.
Vinos rosados: Los rosés alcanzan su punto álgido de consumo en el verano. Refrescantes y versátiles, los rosés secos y muy bebibles armonizan una gran variedad de platos, desde ensaladas hasta pescados y carnes a la parrilla.
Vinos tintos ligeros: Sabemos que el verano promueve el consumo de vinos blancos y rosados. Sin embargo, los tintos de baja graduación y sin paso por roble son una excelente alternativa. Servidos ligeramente fríos, pueden ser sorprendentemente refrescantes. Criolla, Sangiovese, Merlot, Pinot Noir y Malbec, los sugeridos.
VINOS PARA OTOÑO
El otoño nos prepara para el frío y nos sorprende gratamente con sus colores que oscilan entre el amarillo, el marrón y las tonalidades rojizas. Los platos son más contundentes y, por ello, los vinos deben acompañar esta transición y complementar la riqueza de los alimentos de la temporada.
Vinos blancos: Los vinos blancos de otoño suelen ser más intenso y con mayor volumen que los ligeros y refrescantes blancos de verano. Un Chardonnay con crianza en roble, un Viognier o un Semillón son atinadas opciones para ensamblar platos a base de pescado o pollo con salsas cremosas.
Vinos rosados: No son furor en esta temporada. Pero, hacemos la salvedad para aquellos que aman los rosés de mayor estructura y con notas de frutos rojos maduros que pueden ser perfectos para el otoño.
Vinos tintos: El otoño es temporada ideal para los tintos con cuerpo y ricos en taninos. Un buen Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Merlot, Malbec o Syrah tienen, sin duda, la estructura y la complejidad necesarias para complementar platos de carne roja, guisos y caza.
VINOS PARA INVIERNO
El invierno es una época de frío profundo, comidas contundentes y cálidas reuniones familiares. Los vinos para esta temporada deben ser capaces de mantenerse a la altura de los platos power y ricos que suelen prepararse en invierno.
Vinos tintos: En invierno, los tintos con cuerpo son los reyes indiscutidos Un Tannat, Petit Verdot con mucho cuerpo o un blend con notas especiadas son las opciones perfectas para los platos de carne roja, los guisos y las comidas enjundiosas.