Cómo se debe llenar una copa, qué pasa con la botella que guardamos para el día siguiente, la función del decantador y el enfriado rápido de una etiqueta, algunos de los interrogantes que desciframos en esta nota.
¿Hasta dónde se sirve una copa de vino?
Cuando pedimos que nos sirvan una copa de líquido báquico, no debemos tomarlo de manera literal. Imagínense si la llenásemos casi en su totalidad. Sería pesada, habría exceso de alcohol y no podríamos apreciar correctamente las características del producto.
Lo cierto es que, muchas veces, por temor a que nos tilden de amarretes o avaros, servimos mucho vino. Incluso, en restaurantes miramos de mal modo si no nos llenan la copa por encima de la línea media, denominada “Ecuador”.
Si bien dependerá del tamaño o diseño de la copa, tenemos que calcular que una botella de 750 cm3 nos debería alcanzar para unas 10 personas. Llenar demasiado la copa –insistimos- no es recomendable, pues sería incómodo girarla para destacar los aromas.
Siempre conviene llenar menos la copa de vino blanco, afín de mantenerlo fresco. En relación a los espumosos, la copa flauta se sirve hasta los dos tercios.
¿Qué pasa con la botella abierta?
Existe un viejo dicho en el mundo del vino, que afirma: “Botella abierta, botella muerta”. Es decir, que si la abrimos, como sea, hay que terminarla. “Al día siguiente, ya se puso feo”, coinciden los paladares al unísono.
¿Qué pasa, por ejemplo, si consumimos dos copas de una botella y queremos conservar el resto? Recurriremos a la bomba de vacío, que conseguiremos en cualquier vinoteca amiga o tienda enológica. A través de un simple mecanismo, desplaza el oxígeno de la botella y permite que se conserve el vino durante uno o dos días (siempre guardado en óptimas condiciones).
Si tomaremos el vino en un lapso mayor a las 48 horas, el resultado será incierto. No le recomendamos dejarlo tanto tiempo, pues lo más probable es que se parezca más a un vinagre y encontremos notas desagradables a “armario viejo” o enmohecidas. En este caso, la heladera será una aliada, porque el frío es conservante.
¿Cuál es el tamaño de botella ideal si salimos a comer algo en el coche?
Si decidimos almorzar o cenar con nuestra pareja o algún amigo y somos conductores designados, en este caso, debemos elegir una botella alternativa a la clásica de 750 cm3. Hoy, coparon el mercado las de 375 cm3, tanto en blanco, tinto e, incluso, espumoso. Tendremos la misma calidad que en el tamaño original y no nos excederemos en consumo, si estamos al volante.
¿Para qué sirve un decantador?
Este recipiente de vidrio es perfecto para albergar vinos tintos añejos que presenten sedimentos (la materia colorante, con el paso del tiempo, precipita). Se debe servir el vino desde la botella, que sí o sí tiene que estar n forma horizontal, desde que la retiramos de la cava.
Imaginemos lo que sucedería la volteásemos en forma vertical: los sedimentos que estaban en la panza se mezclarían con el líquido y deberíamos esperar a que vuelvan a precipitarse.
Por otra parte, pasando el vino de la botella al decantador, lograremos que el líquido se oxigene y logre todo su gran abanico de aromas.
¿Cuántas copas obtenemos de una botella?
He aquí un tema candente. ¿Cómo hacemos el cálculo de botellas para cumpleaños, reuniones familiares o eventos sociales? Es importante que sobre y no que falte. Sería un tremendo papelón quedarse sin bebida a mitad de la celebración.
En relación a los vinos, se calcula que el servicio de una botella de 750 cm3 da para 8 copas. Ojo, en un restaurante, es punto es clave porque siempre que no se superen los 12 comensales, la misma botella debe ser servida a todos. Por supuesto, tenemos que prever una segunda y repetir el protocolo indicado.
¿Cómo se enfría rápido una botella?
Alguna que otra vez nos habrá pasado que llegó gente a casa y no tenemos ninguna bebida fría para ofrecer. Para agilizar el trámite y quedar bien con los amigos o familiares que nos visitaron, debemos poner la botella de vino en una frapera, agregar un tercio de hielo, un puñadito de sal gruesa (el agua salada retrasa el derretimiento de los cubos de hielo y estos transmiten temperatura al agua) y, finalmente, llenamos con agua fría hasta cubrir el nivel del líquido dentro de la botella.
El vino, ¿cuánto más añejo es mejor?
No siempre sucede esto. En nuestros tiempos, la mayoría de los vinos están pensados para ser consumidos cuando salen al mercado. Es más, muchos de ellos son enjundiosos en su juventud.
En cambio, algunos vinos pueden ser guardados para seguir su proceso evolutivo. Estos, debido a su concentración, nivel de acidez y carga tánica, maduran en botella y adquieren complejidad con el paso de los años.
¿Es posible beber diferentes vinos en una misma comida?
Sí, por supuesto. Y es divertido (siempre con moderación). La clave es darle a los vinos un determinado orden. Aconsejamos comenzar con etiquetas jóvenes, pensadas para tomar como aperitivo o entradas livianas. Una opción muy válida es el espumoso.
Luego, continuamos el camino con vinos blancos o rosados y, finalmente, pasamos a los tintos. Por último, iremos hacia las cosechas tardías, dulces naturales y fortificados, para acompañar los postres.
Importante: siempre, pero siempre tenemos que tener agua para hidratar nuestro organismo. El agua, además de ser saludable, es clave cuando bebemos alcohol. Desde Borderío proponemos un consumo responsable y moderado. ¡Hasta la próxima nota!