“No sé nada de vinos. Tengo miedo de decir cualquier cosa”. Esta frase, heredada de generaciones en generaciones, que es preciso enterrar de manera definitiva, es muy recurrente cuando un principiante inicia un curso de vinos o va por primera vez a una degustación.
Los temores y prejuicios previos en relación a cómo catar un vino se hacen muy presente y ello brinda inseguridad a la hora de compartir sensaciones y características organolépticas.
Lo cierto es que el paladar se desarrolla con la práctica (desde BordeRío siempre promovemos el consumo de vino moderado y responsable) y solo es cuestión de tener confianza para vivenciar una experiencia memorable para los sentidos, entre aromas y sabores inolvidables.
Porque el vino nos propone un momento único, en el que ponemos todos nuestros sentidos a disposición de la bebida más noble de todas, en un contexto ameno y descontracturado.
Por ello, a continuación, les brindamos tips imprescindibles para degustar un vino sin temores ni miedos escénicos. El vino se disfruta en cada sorbo y recuerden que “todos sabemos de vino”. Solo debemos organizar nuestro paladar sibarita y darle rienda suelta a nuestras apreciaciones.
1-
Para compartir una experiencia cautivante, en primer lugar, es preciso tener en la mesa las copas adecuadas para interpretarlo como corresponde.
2-
Vayamos paso a paso. Comencemos por comprender los fundamentos básicos del vino, desde los diferentes cepajes hasta las regiones vinícolas y métodos de elaboración. Adentrémonos en la historia y la evolución de la industria para contextualizar los vinos que degustamos.
3-
Para desarrollar atinadamente nuestro paladar, observemos el color, sintamos el amplio e infinito abanico de aromas del vino, su textura y, finalmente, las sensaciones múltiples en boca. ¿Cómo vamos consolidando nuestro criterio? Entrenemos nuestros sentidos para detectar, así, matices que de otro modo podrían pasarnos desapercibidos.
4-
Así como los futbolistas tienen prácticas semanales o los músicos entrenan su voz cada jornada, la práctica en el vino es determinante. Es importante asistir a ferias, catas especializadas y encuentros con grupos vinófilos para desarrollar cada día más el paladar.
5-
Llevemos un registro escrito de cada cata (consejo de periodista especializado con dos décadas en sus espaldas).
Escriban en una libreta las impresiones de los vinos que prueben. Esta tarea los ayudará a incrementar su progreso y recordarán qué vinos les agradaron (o no).
6-
Comparen vinos. Estilos, regiones, elaboraciones, cepas, terruños, latitudes y altitudes entran en juego. Cada vino es una historia muy particular y realizar comparaciones les permitirá mejorar el paladar con creces. Desde aquí, los alentamos A comparar vinos similares o diferentes, con características específicas, afín de descubrir sus cualidades intrínsecas.
7-
Desarrollen el olfato, sentido imprescindible si los hay. El vino nos presenta un sinfín de aromas (simples y complejos), que tenemos que descubrir en cada olfacción, en cada sorbo.
Para mejorar esta habilidad, demos puntapié inicial con ejercicios simples: desde oler flores frescas o frutas maduras, hasta especias. Practiquen la identificación de aromas cotidianos y compárenlos con las notas aromáticas del vino.
¡Fundamental! Participen en catas en las que se describan los perfiles aromáticos de los vinos. Con el tiempo, el olfato se volverá más agudo y especializado, enriqueciendo la experiencia en la cata de vinos y permitiéndonos apreciar matices sutiles.
8-
Entrenemos el paladar. Es determinante. Iniciemos esta práctica, a través de la asociación de sabores que nos resulten familiares. Degustemos frutas frescas y secas para reconocer sus sabores naturales. Luego, catemos vinos e identifiquemos sus perfiles de sabor, buscando notas como frutas, especias o madera. Dar el presente en catas con especialistas, nos ayudará a entender mejor las características de diferentes vinos.
Asimismo, aprender a detectar sabores y aromas como hierbas o flores, afinará definitivamente nuestras habilidades. Recuerden que a partir de la práctica regular, el paladar se convertirá en una herramienta valiosísima para disfrutar y evaluar vinos con un criterio mucho más profundo y calificado.
9-
Hay algo que no se negocia a la hora de catar: la temperatura de servicio. Servir la bebida a la temperatura incorrecta puede distorsionar sus sabores y aromas. Los vinos se benefician de temperaturas específicas. Así, los tintos se aprecian mejor entre 14°C y16°C; los blancos, entre 8°C y 10°C.
Mantener la temperatura adecuada en la cata es clave, pues revela todos los matices y características únicas de cada vino, garantizando que cada copa sea una experiencia sensorial completa. Este detalle marca la diferencia en la apreciación de los vinos.
10-
Concentración. Para desarrollar nuestro paladar, es imprescindible prestar atención a cada vino, en un ambiente acorde, en la mejor compañía. ¡Salud!