Llegó el invierno, la estación más fría del año y las temperaturas hostiles se hacen sentir con fuerza en cada rincón de la Argentina. Los termómetros muchas veces no llegan a los dos dígitos y tenemos, literalmente, que emponcharnos para darle calor a nuestro cuerpo.
¿Qué pasa, entonces, con los vinos? ¿Dónde los guardamos en casa para que no sufran la inclemencia invernal?
Antes de meternos de lleno en los tips, es importante no dejar los vinos en un lugar en el que la estufa, la calefacción central o el aire acondicionado en modo “heat” los alcance. El exceso de calor es perjudicial para los líquidos báquicos, propiciando una evolución desfavorable.
Por otra parte, tampoco es recomendable dejarlos a la intemperie, en zona de patio o jardín. El frío extremo “paraliza” las cualidades organolépticas del vino y no es recomendable tenerlos en tutela de temperaturas extremas, que a veces pueden llegar a niveles bajo cero.
Dicho esto, a continuación, van las recomendaciones infalibles para disfrutar una copa de vino sin tenerle miedo al siempre crudo invierno.
1. ¡Fresco pero no frío!
Mantengan las botellas en un lugar fresco (no frío), con buena ventilación y una humedad relativa entre el 60% y 70%. Es fundamental que no haya oscilaciones térmicas bruscas. Lo ideal es contar con una cava climatizada, en donde almacenaremos las botellas a temperatura atinada y constante. Otra opción es buscar un armario o espacio en el hogar que reúna estas condiciones.
2. Sobre la posición de la botella
En relación a la posición de la botella, si el vino es de consumo inmediato, podemos dejarlo en posición vertical, sobre una mesa en la que no le dé la luz solar de manera directa. ¡Esto es determinante! Si el vino, en cambio, es de guarda y tiene un potencial de guarda prolongado, este debe estar en posición horizontal y en contacto con el corcho.
Cuando dispongan, entonces, las botellas acostadas, es imprescindible que no tengan que moverlas para llegar a otra. Nuestro consejo es que dejen las botellas intactas. Por otra parte, si el vino es blanco, rosado o espumoso y la tapa es a rosca, puede estar parado durante unos meses.
3. Fuera de la intensidad de la luz
La luz es una de las grandes enemigas del vino a la hora de la conservación. Es clave, por ende, guardar las botellas en un lugar en el que prime la oscuridad, siendo la iluminación tenue o escasa. A modo de repaso, lo ideal sería una cava climatizada o un armario fresco y oscuro. El vino debe estar imperiosamente fuera de la intensidad de la luz, fundamentalmente de la luz solar, pues provocará una degradación paulatina.
De este modo, queridos lectores, podrán disfrutar sus vinos en condiciones óptimas, sin tener que pensar en el frío de la estación que nos hace abrigarnos las 24 horas ni tampoco tener que prender y apagar las estufas porque sentimos dentro de casa un calor sofocante.
El vino es un ser vivo, en permanente evolución y debe ser cuidado como se merece. Lejos de la luz, las vibraciones y las temperaturas extremas. ¡Hasta la semana que viene!