En el mundo de los vinos existe un amplio espectro de colores, no solo entre blancos y tintos sino también entre productos elaborados con la misma cepa. ¿De qué depende cada color?
En un primer gran vistazo podemos reconocer, sin gran esfuerzo, que el universo de los vinos ostenta tres grandes grupos de colores: blancos, tintos y rosados (aunque también existen los vinos azules, muy cuestionados aún como tales, y los vinos naranjas, no tan conocidos). ¿Qué es lo que hace que un vino tenga determinado color?
La respuesta más evidente es el color de la uva. Por supuesto que este es el primer indicador del color del vino, ya que un vino tinto no puede ser creado más que con una uva tinta. Pero existen muchos vinos blancos que son elaborados con uvas tintas, y es la técnica de vinificación la que lleva a una coloración específica. Más allá de eso, existen otros factores que van a incidir en el tono final de un vino.
Podemos diferenciar distintos factores que influyen en la coloración final de un vino:
- Como primera medida, el color que aporta una uva está concentrado en su piel. En el hollejo de una baya se encuentran pigmentos responsables de su coloración externa, y cada variedad tiene su intensidad de coloración. Incluso las blancas tienen sus diferentes matices que trasladan al vino en su elaboración
- La zona en donde se desarrolle la vid también tendrá injerencia en la coloración de las uvas, y por ello también en el vino elaborado con ellas. En las regiones con más sol la coloración de los hollejos será más intensa, y esto hace que un mismo varietal tenga características diferentes según la zona donde esté.
- De esta idea se desprende también que la intensidad de una coloración también será diferente de acuerdo al tiempo de exposición de los hollejos con el mosto. Desde las tenues coloraciones de maceraciones de horas, hasta las más prolongadas que buscan extraer el mayor tinte posible de las pieles, los tonos de una misma variedad de uva van a ir cambiando.
- De una misma uva tinta se pueden lograr diferentes vinos, que van desde un blanco, pasando por un tenue piel de cebolla y rosados de menos a mayor intensidad, hasta robustos tintos con maceraciones de muchas semanas, y remontaje del vino en su elaboración, que asegura la mayor extracción de pigmentos de las uvas.
- Durante la misma elaboración, la elección del recipiente en donde se realiza la vinificación también incidirá en la coloración final del vino. No se logra el mismo resultado si se utilizan tanques de acero inoxidable, piletones o barricas de roble, ya que hay diversos factores que pueden modificar el tinte original del vino.
- En los recipientes de acero inoxidable la cantidad de oxigeno que se incorpora en la elaboración del vino es menor, y hace que los colores del vino sean más brillantes e intensos. Cuando la incorporación de oxígeno es mayor (como en el caso de los Manzanilla o el Jerez, en el que la correcta oxigenación en la elaboración es vital para lograr los resultados buscados) los colores comienzan a virar hacia los amarronados, quitando vivacidad a los tonos.
- Si luego un vino pasa por un momento de crianza en barricas de roble, el color también se irá modificando de acuerdo al roble elegido (parte de la coloración natural de la madera se va a transferir al vino), al tostado de la barrica (las de mayor tostado tendrán más intensidad en su color), al tamaño de los poros de la madera que permiten la micro oxigenación a través de ellos, y finalmente también al tiempo que permanece el vino dentro de la barrica. Este proceso de crianza en roble hace que los vinos tintos vayan virando de sus tonalidades rojas intensas y violáceas aportadas por las uvas hacia matices teja, anaranjados y amarronados. En los vinos blancos se irán perdiendo las coloraciones verdosas y amarillas pálidas, y los destellos plateados, para ir adquiriendo tonos más dorados y amarillos pajizos.
- Por último, la estiba en botella también irá modificando el color del vino con el paso del tiempo. Los procesos de reducción y de micro oxigenación que un vino pueda tener dentro de la botella irán incidiendo en los matices finales del vino, apagando un poco los tonos vibrantes.
Qué pasa con los vinos naranjas y los azules
En los últimos años se ha extendido a nivel mundial la existencia de los vinos naranjas y los azules. Se trata de coloraciones logradas en la elaboración, a través del uso de diferentes técnicas.
En el caso del vino naranja, se trata de una nueva categoría de vinos, ya que se hace con uvas blancas, pero se elabora con el proceso de vinificación de un tinto, en donde las maceraciones con el hollejo cumplen un papel fundamental para el resultado final. El color naranja se obtiene así de la piel de las uvas y de la oxidación en el proceso.
El vino azul, una absoluta novedad de hace pocos años, se parte de un vino blanco, y la coloración azul se logra con el agregado de dos pigmentos: indigotina y antocianina (podés conocer más acerca del vino azul en esta nota de BordeRío Magazine) En los últimos tiempos se instaló una polémica acerca de si el vino azul podía entrar en la categoría de vino, cuestión aún no dirimida.