“El vino y su circunstancia” es una de las frases más certeras y bonitas del mundo enófilo. Simboliza el disfrute de una etiqueta en un momento y lugar determinado. Que un vino guste más o menos, muchas veces, dependerá del contexto, la compañía y el telón de fondo que acompañe la situación.
Por ello, según la ocasión, es importante elegir un vino especial, particular, ideal para compartir ese encuentro específico. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado si nos inclinaremos por un blanco, un rosado o un tinto? ¿Cuántas veces la comida nos hace pensar en la elección de la botella?
A continuación, desde la voz del experto, les aconsejaremos cuándo y porqué motivo elegir cada vino para que el brindis (siempre de manera responsable y moderada) sea perfecto. Diez circunstancias infalibles, en el que el ojo avispado “del que sabe” será voz autorizada para realizar la recomendación.
1. Vino para el “día a día”
En la semana, las tareas laborales imperan y la rutina nos obliga a levantarnos temprano y vivir el trajín cotidiano. Sin embargo, a la noche, afín de relajarse y despejar la mente del fragor semanal, muchos paladares vinófilos toman una copa para “bajar a tierra”.
Aquí, la recomendación es descorchar un vino simple, fresco y frutado, sin complejidades. Un exponente ameno, fácil de beber para acompañar el epílogo de la jornada.
Si es tinto, un Malbec, Bonarda o Merlot ligero, irá de maravillas. En blanco, Sauvignon Blanc, Chenin o Chardonnay ágil y sin crianza en barricas será una gran opción.
2. Vino para un asado
Cuando se encienden las brasas, las carnes piden vino tinto. Lógicamente, el tenor graso de los cortes seleccionados deberá ir en sintonía con las características organolépticas del vino.
Si las carnes serán magras, recomendamos ligeros Pinot Noir, Merlot, Bonarda o la Criolla, que está de moda en estos pagos.
Si la idea es combinar carnes grasas, nuestro must es Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Tannat o Petit Verdot con buen paso por madera.
3. Vino para pastas
Clásico de clásicos. Aquí, todo dependerá del tipo de relleno y la salsa en cuestión. Si las pastas son livianas y las salsas son blancas, nos inclinaremos por algún exponente blanco de volumen medio.
Sauvignon Blanc, Chardonnay y, porqué no, Torrontés si tenemos sabores exóticos, serán una variable atinada. Fans de rosados, pueden descorchar una enjundiosa etiqueta para acompañar.
Si las salsas son rojas, el infalible Malbec pica en punta y, dependiendo del picor de la salsa, siempre irán de la mano los Cabernet Franc, Syrah o Cabernet Sauvignon de cuerpo medio para aquellas opciones más contundentes. Nuevamente, Pinot Noir y Criolla, se entenderán de memoria con pastas livianas y sin complejidad.
4. Vino para pescados
En general, vinos blancos con volumen medio/alto y tintos ligeros armonizarán pescados magros. Es una regla que, les aseguramos, es fantástica.
Si el día está caluroso, los pescados magros serán la mejor opción. En esta oportunidad, blancos o rosados fáciles de beber y sin paso por roble, serán los compañeros perfectos.
¿Podemos pensar en espumosos? Por supuesto. De Nature a Brut, hay un enorme abanico para elegir, según las cualidades de ambas partes.
5. Vino para cita romántica
Si la idea es pasar un momento único, inolvidable, entre loas al amor, los vinos ligeros son los indicados. Pinot Noir es “la” uva tinta por excelencia, siendo la cepa más enamoradiza de todas.
Entre las blancas, un delicado y armonioso Chardonnay, con frescura y acidez envolvente, encenderá la llama de la pasión, sin dejarnos sensación de pesadez post comida.
6. Vino para celebración especial
La elección dependerá de los gustos y preferencias personales de los protagonistas. En esta, la idea es que ustedes, queridos lectores, elijan la etiqueta que más los emociona, en el contexto que más les llegue al corazón.
7. Vino para agasajar
Cuando queremos quedar bien con alguna persona que simboliza mucho para nosotros, es condición sine qua non conocer su paladar. ¿Prefiere vinos frescos y frutados o con cuerpo y prolongado potencial de guarda?
Nota: no pensemos en nuestro paladar. Es determinante saber qué quiere el agasajado, pues será quien valorará la elección, que tiene que ser sentida y bien determinada.
8. Vino para juntada con amigos
Idealmente, vinos de la añada reciente, de fácil tomabilidad. En las reuniones entre amigos, pesan más las anécdotas e historias personales que la calificación del vino.
Ojo, siempre, en todo grupo, hay vinófilos exigentes y debemos tener a mano un vino que cumpla con las expectativas de su paladar. Si esto sucede, en general, este “especialista” en el tema, pedirá vinos tintos con buen cuerpo y cierta crianza en barricas.
9. Vino para regalo
Cumpleaños, fin de cursada o carrera, aniversarios y más. Cuando queremos quedar muy bien con alguien que celebra una ocasión especial, tenemos que romper el chanchito y comprar un vino de alta gama. Inevitablemente, seremos reconocidos por ese gesto, más aún si quien recibe la botella (o botellas) tiene un paladar sibarita que disfruta los placeres báquicos.
10. Vino según la variedad
¿Cuántas veces hemos elegido un vino por una cepa? Hoy, si bien el terruño tiene peso específico, es muy frecuente que en diferentes eventos, reuniones o comidas, la elección sea por tipo de uva.
Entre todos, es fundamental ponerse de acuerdo en el estilo de elaboración, región y presupuesto asignado para catar el vino que contente a todos.
Sin duda, las circunstancias y contextos son infinitos. Esta vez, hicimos una propuesta de diez situaciones emblemáticas en las que podemos lucirnos con la elección del vino. ¿Y ustedes, qué elegirían en cada caso? ¡Los leemos!