Historia del Vino “Injusto”: Una Odisea de Resiliencia y Pasión

Había una vez, un sitio no tan lejano con tierras rodeadas de ríos y llenas de fertilidad.

Allí, inmigrantes provenientes de distintas regiones de Europa dieron vida a más de cinco mil hectáreas de viñedos, los cuales trabajaban y cultivaban con sus propias manos. De ellos extraían el vino que degustaban con placer los paladares de casi todo un país y de varias partes del mundo.

Los años fueron pasando, las vides madurando y esta región iba encontrando en ellas un camino hacia el progreso. Sin embargo, llegó la infame década del 30 y con ella, la crisis mundial que afectó a varios negocios locales. En este contexto, la prosperidad entrerriana se convirtió, lamentablemente, en una amenaza para el resto de las tierras dedicadas a esta floreciente industria.

Fue en ese entonces cuando comenzó una feroz cacería contra todas las bodegas de la provincia. Los inspectores llegaban en compañía de las fuerzas armadas y, sin mediar palabra, arrancaban las vides de raíz, incendiaban plantaciones enteras y perforaban los toneles, derramando de esta forma la producción y los sueños de cientos de entrerrianos.

En medio de esta injusticia, nació la historia del vino «Injusto». En 1934, un presidente llamado Agustín Pedro Justo, paradójicamente entrerriano, dictó la “Ley Nacional de Vinos” (Nº 52.137), prohibiendo la actividad vitivinícola en todo el país, excepto en la Región de Cuyo.



Esta ley marcó un período oscuro para los viticultores de Entre Ríos, quienes vieron cómo sus sueños se desmoronaban bajo el peso de la prohibición.

Pero la pasión por el vino y la resiliencia de los entrerrianos no podían ser sofocadas por una ley injusta.

Durante décadas, lucharon en silencio, esperando el día en que la justicia prevaleciera sobre la opresión. Y ese día se hizo esperar, pero al fin llegó. En el año 1993, otro político entrerriano, el senador Augusto Alasino, puso fin a esa injusta ley de Justo, convirtiéndola en tan solo un mal recuerdo. Esto significó el final de las prohibiciones y el comienzo de nuevos sueños y de nuevas ilusiones.

Ilusiones como las de Verónica y Guillermo que, a través de BordeRío, tomaron el inmenso y noble desafío de producir vino entrerriano de la más alta calidad para llenar las copas de Argentina y el mundo con el fruto de esta tierra, reivindicando a nuestra provincia como un terroir de pura cepa.

La historia del vino «Injusto» es un tributo a la perseverancia y la pasión de los viticultores entrerrianos.

Su nombre evoca los tiempos oscuros en los que la injusticia amenazaba con sofocar su espíritu, pero también celebra la victoria de la resiliencia sobre la adversidad. Cada sorbo de «Injusto» es un recordatorio de la fuerza del espíritu humano y de la capacidad del vino para unirnos en torno a una causa común: la búsqueda de la excelencia y la justicia en cada botella.

Deja una respuesta