Un recorrido por la historia, características y maridajes del Malbec, el vino argentino por excelencia.
Malbec es sinónimo de argentinidad. Los turistas ya no solo desembarcan en estas tierras para comer un suculento asado, degustar el famoso dulce de leche, ver un partido de fútbol inmersos en nuestros pasionales estadios o asistir a un show de tango.
Hoy, nuestra uva insignia, la que hemos adoptado desde el sudoeste francés y revitalizado en nuestros bendecidos terruños, es pura atracción para los paladares sibaritas de todas las latitudes. Un imán con características propias, muy especiales, desarrolladas en este rincón de Sudamérica gracias a los suelos aptos para su cultivo, los climas idóneos y la mano de los winemakers.
El 17 de abril levantamos nuestras copas para brindar por nuestro cepaje insignia. Malbec es orgullo. Es reconocimiento. Es gratitud. ¿Por qué? Porque de esta noble variedad nacen vinos memorables, que conmueven hasta al más incrédulo (Nota de autor: debemos beber siempre con responsabilidad y moderación).
La cepa que encandiló al mundo
De origen galo, la uva Malbec ha sido adoptada por la vitivinicultura argentina. Impulsada con gran determinación a mediados de los años ’90, ha logrado importantes premios en prestigiosos concursos internacionales y expertos afirman que posee mayor calidad en esta región que en la originaria.
Procedente de Bordeaux (Sudoeste de Francia), más específicamente de Cahors, donde se la conoce con el nombre de Cot o Auxerrois, la Malbec sufrió a fines del Siglo XIX la inclemencia de la filoxera, que dañó un sinfín de viñedos europeos. Alrededor de 1877, los viñedos de Cahors alrededor de 1877 quedaron devastados. Y, por si fuera poco, en 1956 una helada destruyó buena parte del Malbec que aún se cultivaba, y al replantar se empleó Cabernet Sauvignon. He aquí la razón principal de la prominente caída de la cepa en esta región.
En 1853, la uva fue llevada a la Argentina por el Ingeniero Michel Aime Pouget, mezclada entre las denominadas uvas francesas, por pedido del entonces presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento. Finalmente, fueron plantadas en la provincia de Mendoza.
El hecho más importante se produjo el 17 de abril de aquel año, cuando se presentó un proyecto ante la Legislatura Provincial, con el objetivo a fundar una Quinta Normal y una Escuela de Agricultura. Este proyecto fue aprobado con fuerza de Ley por la Cámara de Representantes, el 6 de septiembre del mismo año. Por ello, celebramos el Día del Malbec. En homenaje a este cepaje europeo que adquirió tonalidades albicelestes y desde el extremo sur conquistó el planeta entero.
Estirpe y personalidad
En términos generales, Malbec brinda vinos de cuerpo medio, presenta taninos dulces y amables, con destacadas notas florales y especiadas. Su aroma recuerda a frutas como la ciruela, el cassis, guindas, frutillas y violetas. Con la crianza aporta notas de cuero, vainilla y chocolate.
En cada una de nuestras regiones vínicas, Malbec da vinos elegantes, refinados, fáciles de beber, que pueden ser tomados jóvenes o, incluso, con buen añejamiento. Versátil por naturaleza, es el cepaje preferido de todos los argentinos.
A la hora del maridaje, las opciones son muy variopintas. Aquellos exponentes con buen cuerpo y estructura, irán de maravillas con comidas contundentes. El clásico ejemplo es un enjundioso asado, pastas intensas con salsa roja, y todo tipo de guisos. Para los amantes de los quesos duros, anoten esta combinación que es un elixir.
Si, en cambio, tenemos Malbecs de cuerpo medio o más ligeros, podemos inclinarnos por risottos, carnes rojas magras y hasta pescados grasos como el salmón o la trucha. Las clásicas empanadas de carne cortada a cuchillo pican también en punta.
El vino destacado en el mes de nuestra cepa emblemática es Injusto Malbec, de Bodega BordeRío. De color violáceo intenso con aromas marcados de frutos rojos frescos, en boca es amable y de equilibrada acidez. Ideal para armonizar con carnes rojas y pastas rellenas, de cara a los ondulados paisajes entrerrianos.
De moda a fines de la década del ’90, gracias a su tomabilidad, la uva Malbec dio un salto enorme de Argentina hacia el mundo, donde hoy es un must para los paladares vinófilos más exigentes. Fineza, sofisticación y elegancia prestigian este gran varietal. Porque, sin duda, Malbec es Argentina. Y Argentina es Malbec. ¡Feliz Día!