Llegó diciembre. El último mes del año es, en la Argentina, tan intenso como frenético. Reuniones de aquí, reuniones de allá, brindis por todos lados y deseos de buenaventura para todo el mundo.
Uno de los temas recurrentes durante estos días es definir “Dónde pasamos la Navidad”. Y, de manera inmediata, la pregunta de rigor es “¿Qué llevamos?”. La mesa navideña es protagonista tanto 24 como 25 de diciembre. Familias, amigos y seres queridos se reúnen a disfrutar de un menú pleno de colores, aromas, texturas y sabores.
De la pavita a la ensalada rusa. De la copa de camarones con salsa golf al vithél toné. Del lechón al asado. De la picada al pionono. Las opciones se multiplican. “Es linda ver la mesa de Navidad con diferentes elaboraciones que lleguen al corazón”, resuena la frase en cada rincón del país.
Por supuesto, la mesa dulce juega un papel aparte. No quiere ser menos que los platos principales. Los turrones, el maní, la garrapiñada, los orejones, las pasas de uva y el pan dulce son sinónimo de esta época findeañera.
¡Atención! Toda mesa navideña es acompañada por vinos. Los maridajes hoy son cada vez más importantes para los curiosos paladares locales y, según la propuesta gastronómica, se seleccionan etiquetas vínicas especiales para armonizar el encuentro.
Desde BordeRío les dejamos tips para tomar nota y elegir los vinos atinados para agasajar a nuestros seres queridos en la mesa.
Recepción. Para entrar en clima navideño y amenizar la reunión, recomendamos iniciar la velada con una copa de espumoso. Apunte: tiene que ser seco. Siempre tenga a mano algún refrescante y enjundioso Nature, Brut Nature o Extra Brut para abrir el apetito e iniciar el primer brindis con los seres queridos. Por supuesto, siempre promovemos el consumo responsable, moderado y equilibrado.
Entrante. En general los aperitivos o entradas son ligeras. Platos fríos, a base de frutos de mar, carpaccio o ensaladaas, irán de maravillas con rosados Estilo Provence, versátiles y con refrescante acidez. Otra opción: vinos blancos frescos, sutiles, muy bebibles, sin contacto con la tonelería.
Platos principales. Para los asados y el típico lechón, sin vacilaciones: vino tinto estructurado, sofisticado y elegante. De esos que se recordarán in eternum.
Si la cosa va por el lado de la pavita o pastas estilo spaghetti, vayamos con tintos de cuerpo medio. Lógicamente, deberemos tener en cuenta la intensidad de los platos para la combinación ideal. Vinos con carácter y personalidad amalgamarán de maravillas con estas exquisiteces navideñas.
Por otra parte, si la mesa invita a comer pescados, vinos blancos de volumen medio serán una más que atinada elección.
Postres y mesa dulce. Vayamos a “lo seguro”: espumosos demi sec o dulces, vinos dulces naturales o cosechas tardías. Si nos ponemos puntillosos, tendremos que balancear a la perfección el dulzor del plato con el del vino (Si hay alguna consulta, nos chiflan por aquí).
Para el “después de postre”, hágame caso querido lector, elija una copa de vino fortificado. Porto, Marsala o Mistela pican en punta.
La mesa navideña tiene, en definitiva, un gran componente emocional y va en pos de agasajar a aquellas personas que más queremos y que deseamos que nos acompañen siempre en nuestras vidas. ¡Feliz Navidad!