Tiempo atrás, el lugar para abastecer a aquella persona deseosa de un trago de vino se llamaba pulpería o cantina, pero con el correr del tiempo, los usos y costumbres se fueron alterando. Los cambios fueron tan marcados que hasta el nombre del lugar se apropió de otro idioma, adoptando la forma de “wine bar” o bar de vinos en nuestro español. Estos nuevos locales de a poco están tomando protagonismo, especialmente en las ciudades más pobladas, pero no solo trajeron cambios de título, también conceptuales en el trato que se les da al vino, y que muchas veces quedan ocultos en un vistazo rápido. De eso se trata esta nota, de los detalles implícitos que tienen los nuevos bares de vinos.
Antes era distinto, menos complicado. Digamos que con una mesa, un vaso y un vino, ya alcanzaba para pasar un buen momento en una pulpería. Con el paso del tiempo y las nuevas tendencias el vino nacional ha cambiado su perfil cualitativo, lo que de a poco cambió las exigencias del consumidor y las atenciones hacia la bebida para que llegue en perfectas condiciones a las mesas. Y es por ello que hay ciertas atenciones a cuidar por parte del local. De más está decir que ha cambiado la estética hacía una tendencia más moderna y lujosa, pero en la nota de hoy nos centraremos sobre las cuestiones técnicas.
Uno de los detalles mas comúnmente respetados por los wine bar (también cavas y vinerías o wine shop) es que evitan el malogramiento de los vinos a causa de la luz, que químicamente sería una foto-oxidación. Es por ello que te encontraras con luces tenues y no direccionadas a las botellas de vino. Sin embargo por razones estéticas hay locales que tapizan las paredes con botellas y dirigen luces hacia ellas, pero en general, no son para la venta.
Las Expendedoras de Vinos, la clave de los Wine Bar
Por otro lado, un concepto novedoso de un wine bar es que se puede comprar distintas etiquetas de vino por copa. Para que el negocio sea fructífero, es decir, puedas conocer o disfrutar distintos vinos en una misma velada y el local no pierda el vino restante, es que hubo que incluir en la ecuación un desafío tecnológico cuya solución llegó gracias a las expendedoras de vinos. El funcionamiento depende de la marca, pero básicamente son máquinas-vitrinas de exposición que cambian el aire que queda en las botellas por un gas inerte y mantienen los vinos a temperatura de conservación. Incluso hay algunas que son dosificadoras y se puede seleccionar la cantidad de vino a servir en las copas. Son caras y el precio depende del tamaño o cantidad de botellas sobre las que puede actuar, pero son las estrellas del winebar.
Otro tema a considerar: las copas. Atrás del tamaño y forma de la copa hay cuestiones técnicas que un wine bar tiene en consideración al momento de servirte el vino. Esto quedará expuesto si pidieses vinos de distintos tintes, ya que es muy probable que te los sirvan en distintas copas también. Así, los de mayor capacidad o “copones”, vendrá cargados de vino tinto, y las copas más pequeñas y de boca más cerrada seguramente contendrán al vino blanco. Ni que hablar de un espumante que llegará en una copa “flauta”. ¿La razón? Los vinos que se sirven fríos, para evitar que se calienten muy rápido, necesitan una copa de menor volumen. Por otro lado la copa flauta permite seguir el recorrido de las burbujas, mientras que los copones de vino tinto permiten que la complejidad aromática de estos vinos, especialmente si pasaron por barricas de roble, se pueda expresar al tener un mayor volumen de oxigenación.
Como ves los conceptos y cuidados a la bebida han cambiado, pero si algo no falta (ni faltó) en una cantina, pulpería, bar de vinos o winebar (o como quiera llamarle) son las buenas tertulias entre quienes comparte la mesa vino mediante.