Hay una corriente en el vino a nivel mundial y que viene creciendo sin parar también en Argentina y es la de la producción de vinos naranjos. Una rareza vínica pero que atrae a enólogos, productores y winemakers, como así también cada vez más a consumidores, por su color, sus aromas y su versatilidad con la gastronomía. Ustedes se preguntarán, ¿Vinos Naranjos?, y la respuesta es, si, naranjos. Que si bien en Argentina son una tendencia que crece aunque se elaboren desde hace algunos pocos años, tienen más de 7000 años de historia en el mundo.
Hablemos un poco de su origen, los vinos naranjos surgieron hace casi 7000 años dentro del territorio de lo que hoy es Georgia y Armenia, también llamada región del Cáucaso y que perteneció muchos años a la ex República Soviética. En su momento, llamémoslos, los winemakers georgianos, cosechaban las uvas blancas y las introducían con el racimo entero bajo tierra, en grandes tinajas de barro o greda llamadas kvevri o Qvevri para su fermentación y maduración. Luego las sellaban lo más herméticamente posible con piedras junto con una mezcla de miel de abejas y resinas a fin de que se inicie una fermentación espontánea en manos de lo que hoy se conoce como levaduras indígenas, que son las que lleva consigo la uva en la piel, y las que están en el ambiente.
Imagínense que en ese tiempo no existía ningún tipo de tecnología de despalillado ni nada, entonces su conocimiento ancestral radicaba en lo que se pasaba de generación en generación. Lo que sí sabían, era que al realizarlo de esa manera, fermentando el racimo entero, es decir, el mosto o jugo de la uva junto al hollejo o las pieles, el vino perduraba más tiempo.
Hoy en día, si bien tienen un perfil que genera polémica, el proceso sigue siendo natural, y aunque sea con más cuidados sanitarios, el objetivo sigue siendo el mismo, vinificar un vino naranjo.
Ahora bien, ¿Porque es de color Naranja?
Dado que se fermenta el mosto junto al hollejo por un largo tiempo, es decir, es un vino blanco que al fermentarlo como un vino tinto, junto con las pieles, se termina produciendo una vinificación oxidativa. Este proceso entrega una mayor extracción de color, aromas y sabores. De ahí sus tonalidades anaranjadas a ocres, y sus aromas frescos a cascaras de naranja. Además los distintos tonos del color también van cambiando de acuerdo con el tiempo de crianza, con el tiempo de contacto con el hollejo, y según la variedad.
A nivel gastronómico son grandes compañeros de preparaciones con carnes rojas o achuras, como así también de pescados, y mejor si son de rio, como un Pacú o un Dorado, dado que tienen la frescura y acidez de un vino blanco pero con la estructura de un vino tinto. Además son vinos que tienen gran capacidad de guarda.
Aunque hace pocos años que se conocen aquí en Argentina, los vinos naranjos siempre se han seguido produciendo en algunas partes del mundo, por ejemplo, en Georgia con variedades autóctonas como Rkatsiteli, Mtsvane y Chjaveri.
Y en algunas regiones de Italia como la región de Friuli, donde se encuentra uno de los referentes a nivel mundial en vinos naranjos, el winemaker esloveno, Josko Gravner. Su bodega está en el pueblo de Oslavia, cerca de la ciudad de Gorizia en la región del Friuli, noreste de Italia, y elabora uno de los vinos naranjos más buscados y codiciados en todo el mundo, en el cuál utiliza la Rabolla, que es una de las variedades blancas más neutras en aromas que existen, algo parecida a la Ugni Blanc o Airén. Toda su bodega es tradicional y natural, no tiene ningún tipo de tecnología, cosecha manual, y todo el proceso, maceración y fermentación lo realiza en ánforas georgianas enterradas bajo tierra y para la crianza, el vino permanece alrededor de seis años en grandes toneles de roble.
Otro de los casos es en España, donde existe una denominación de origen para vinos naranjos pero que son diferentes, aunque compartan el mismo nombre. Es el caso del Vino Naranja del Condado de Huelva, denominación de origen para vinos aromatizados, y ahí radica la diferencia. Porque la forma de elaboración a partir de un vino blanco con denominación de origen “Condado de Huelva”, consiste en aromatizarlo con un macerado de cascaras de naranjas amargas, seguido de una crianza mediante el sistema de criaderas y soleras, (Tal vez les recuerde a la crianza de los vinos Jerez) por un periodo mínimo de dos años.
Ahora sí saben lo que son los vinos naranjos, lo único que falta es que se animen a probarlos…