El fascinante mundo del vino está repleto de curiosidades que atrapan a los amantes del buen beber en todo el mundo. En este artículo, compartimos 5 preguntas que seguramente te has hecho alguna vez, pero que quizás no has buscado respuestas.
¿Por qué “llora” el vino cuando agitamos una copa?
Los sommeliers tenemos el toc de girar la copa sobre su eje para que el vino “respire” adecuadamente y afloren los infinitos aromas. Al hacer ese movimiento típico de sibarita avispado, veremos que sobre las paredes de la copa se forman “lágrimas”, que caerán con mayor o menor intensidad, según el tipo de vino catado.
Estas se forman por el contenido de alcohol, azúcar y otros componentes viscosos del líquido báquico. Un vino con mayor alcohol (la media en los vinos argentinos es 13,5%) tendrá lágrimas más densas y caerán con mayor lentitud. Por el contrario, un vino más ligero, evidenciará lágrimas más finas, que se formarán con mayor rapidez.
Otro dato importante a tener en cuenta es que estas «lágrimas» solo son un indicio de la fluidez del vino. No inciden, en absoluto, en su calidad.
¿El vino blanco da dolores de cabeza?
Hace un puñado de décadas, antes de la reconversión de los viñedos y la complejización del vino argentino, los exponentes blancos tenían dosis demasiado altas de anhídrido sulfuroso. He aquí el motivo por el cual, durante un tiempo prolongado, provocaba dolores de cabeza en algunos consumidores.
Al no tener taninos, los blancos y espumosos vinificados sin el hollejo requerían dosis mayores de sulfuroso. En la actualidad, no obstante, las dosis utilizadas son mínimas por la sanidad de la uva, la higiene en cada uno de los procesos de elaboración y la moderna tecnología que hoy tienen las bodegas.
Así, si nos duele la cabeza tras haber bebido un vino blanco es solo porque tomamos… en exceso. Desde BordeRío siempre pregonamos el consumo moderado para cuidar nuestra salud.
¿Por qué el vino tinto me “raspa”?
En el hollejo de la uva están los taninos, esa sustancia química que aporta sequedad al vino. Están presentes, también, en las hojas de té, en la pera y en frutos secos como la nuez.
Los taninos son conservantes naturales del vino, como el alcohol y la acidez. Hay cepas con mayor carga tánica, como el Cabernet Sauvignon o el Syrah, y otras más delicadas como el Malbec y Pinot Noir.
En síntesis, el vino tinto tiene siempre taninos, en mayor o menor medida. Los enólogos actuales buscan que esos taninos sean súper amables en el paladar y favorezcan un prolongado potencial de guarda.
¿Cuánto tiempo dura el vino una vez descorchado?
“Botella abierta, botella muerta” es un viejo dicho en el mundo del vino. Sin embargo, hoy sabemos que el vino se conserva en optimas condiciones hasta dos o tres días posteriores al descorche.
Si queremos dejar un poco de vino para otro día, la recomendación principal es airearlo con una bomba de vacío (se consiguen en vinotecas) para eliminar el oxígeno. Además, debemos tenerlo guardado en la heladera o un lugar con buena humedad relativa, lejos del calor y las altas temperaturas.
Ojo… si vamos a abrir un gran vino y no lo beberemos en su totalidad, mejor, hagámoslo con más personas, así no se “desperdicia” ni se pone “ajerezado”.
¿Cuánto más viejo, mejor?
Existe una frase legendaria, que afirma que el vino, mientras más añejo, es de mayor calidad. Sin embargo, esto no siempre es así. Esta máxima aplicaría para vinos “de guarda”, que evolucionarán de maravillas en un largo período de tiempo. Estos exponentes madurarán y mejorarán su calidad en barricas y tendrán una vida más prolongada.
En cambio, los vinos frescos, ligeros, sin paso alguno por madera, tendrán una vida corta. Por lo tanto, cuanto más viejito será menos expresivo e insulso. Estos vinos, a diferencia de los pensados para una guarda extensa, concentrados y tánicos, deben consumirse, preferentemente, dentro del año de cosecha o uno posterior.