Llega el verano y es tiempo de relax entre chapuzones en la pileta o surfeando bravías olas oceánicas. Momento de distensión, de barajar, dar de nuevo y tomar el impulso necesario para recargar pilas para el año venidero.
En estos días calurosos y de temperaturas elevadas, además del refresco bajo el agua, pican en punta las comidas livianas y, a la hora de la bebida, los tragos son un must. Sin embargo, para apaciguar el calor, también el vino se hace presente en la temporada. Siempre con responsabilidad y moderación, como pregonamos desde este blog, aquí van consejos útiles para disfrutar el líquido báquico en épocas estivales.
1. Blanco, fresco y frutado
En estas latitudes se hacen presente las temperaturas que superan los 30 grados y una copa de vino blanco ligero, ágil y con pura tipicidad varietal es “el” elegido por los wine lovers. Sin complejidades ni reposo en barricas, los paladares sibaritas se inclinan por un fresquísimo Sauvignon Blanc, Torrontés, Viognier o Chardonnay, “peligrosamente” fáciles de beber. Servidos a una temperatura de 8 a 10 grados y con una frapera al lado, son exponentes ideales para combatir el calor veraniego.
2. La versatilidad de los rosados
Auténticos comodines a la hora del maridaje, los rosés son sinónimo de verano. Las nuevas etiquetas al Estilo Provence (poca coloración) son furor en la Argentina y cada vez más paladares se suman a la “Movida Rosa”. Van como aperitivos, en compañía de elaboraciones simples y livianas y se disfrutan como los vinos blancos. Es fundamental, entonces, servirlos frescos y disfrutar sus encantos vivaces al lado de la piscina o a metros del mar.
3. Tiempo de burbujas
Los espumosos son otros protagonistas principales del verano. Solos o en drinks, su frescura invita a tomar una copa en los atardeceres veraniegos. De Nature (la categoría más seca) a Dulce, las opciones son múltiples. Los espumantes armonizan con un sinfín de elaboraciones y su elegancia da el charme necesario para hacer un chin chin en la temporada más cálida del año. La alternativa de beberlo en algún trago (Spritz, Kir Royal, Mimosa) es una tendencia que se consolidó en el último decenio.
4. Tintos estivales
Hoy, se suman a la movida del verano los vinos tintos sin paso por barricas, con baja graduación alcohólica y de cepajes menos contundentes como la Criolla, el Pinot Noir y el siempre versátil y querido Malbec. Son líquidos con acidez envolvente y sensaciones refrescantes. La categoría de Naturales (sin sulfitos agregados) despierta cada vez más la atención de los consumidores.
5. Furor por los naranjos
Vinos blancos que han tenido contacto con las pieles. Así se logran los famosos naranjos, que tienen la tomabilidad lógica del blanco, pero que suman una sutil complejidad por haber fermentado con los hollejos. Son productos muy particulares, con una inmensa paleta aromática y sabores que no dejan de llamar la atención de los exigentes vinófilos. ¿Van para el verano? A la perfección.
6. Vinos bajos en alcohol
Dejemos para el invierno los caldos con estructura, buen cuerpo y crianza en madera. Para contemplar el calor del verano, los vinos con poco alcohol son un clásico de clásicos. Debemos tener, además, siempre, y en todos los casos, un vaso de agua al lado (cada una copa de vino, una de agua).
7. Mantener la temperatura correcta
Dato importante: los vinos para el verano deben mantenerse frescos, a la temperatura indicada para poder disfrutarlos en plenitud. Vinos blancos y rosados jóvenes a 8/10 grados, tintos de verano a 12 grados y espumosos entre 5 y 7 grados. Debemos tener una frapera a mano y llenarla con hielo y agua. Así, disfrutaremos definitivamente los vinos en el verano.