Existe un mito o leyenda urbana en el mundillo vinófilo que asegura que “los vinos no pueden maridarse con postres”. Ello es falso y en este encuentro semanal que tengo con ustedes, queridísimos lectores, vamos a combinar de la mejor manera líquidos báquicos con platos que solemos disfrutar en el epílogo de las comidas, a modo de cierre.
Para dar el puntapié inicial, diremos que “lo dulce va con lo dulce”. Es decir, cuando vamos a pedir un postre y queremos acompañar con una copa de vino, nos inclinaremos por un cosecha tardía, dulce natural, botrytizado o fortificado dulce. También podríamos pensar en un espumoso demi sec o dulce.
Sea por acuerdo o contraposición, el maridaje entre vinos y postres buscará el equilibrio entre dulzor, acidez y balance en general de texturas y sabores para deleitar nuestro paladar con la armonización ideal.
A continuación, les proponemos un ABC imperdible con recomendaciones para que practiquen (siempre con responsabilidad y moderación) en casa:
Vinos para postres frutales
En Argentina tenemos una larga tradición de comer frutas en el final de las comidas. De las clásicas y tradicionales ensaladas de frutas, a los infaltables mix de frutos tropicales o cítricos (ananá, limón, mango, maracuyá, naranja), las opciones son infinitas. Están, además, los fans de las bananas, los duraznos, las peras, las manzanas y las ciruelas.
El maridaje atinado será un late harvest (cosecha tardía) a base de Torrontés, Gewurztraminer o Sauvignon Blanc. Aportan notas exóticas, florales, tropicales y cítricas, en versión dulce y van de maravillas con las frutas, en un fin de fiesta a todo vapor.
Vinos para postres con chocolate
A pesar de haber tenido mala fama, este tándem es sensacional. Una dupla con vertientes infinitas, que nos brindarán un sinfín de emociones palatinas. La clave estará, aquí, en la selección del vino según el amargor del chocolate.
En términos generales, chocolates dulces irán con vinos dulces naturales o cosechas tardías blancos o tintos, según el color sólido. Por su parte, chocolates semiamargos amalgamarán muy bien con cepajes tintos como Pinot Noir, Merlot o Malbec tardío. Por último, un chocolate amargo pide un intenso late harvest de Cabernet Sauvignon o Syrah.
Otra opción para los chocolates, fundamentalmente con un marcado tenor amargo, irán de la mano con vinos fortificados dulces. Elijan un Porto, Marsala o Madeira y déjense llevar por la explosión de sensaciones agradables en boca.
Vinos para postres con leche
Juéguense por un espumoso demi sec o dulce vinificado en blanco. Las finas burbujas dulces se entenderán de memoria con estos postres. Si, además de la leche, el postre tiene fruta, un espumoso rosé dulce será un auténtico elixir.
Vinos para helados
¡Levante la mano algún argentino que no sea fan del helado! Aquí, preferiremos un blanco tardío o late harvest dulce. Puede ser a base de Semillón o Chardonnay, cepajes que, en tonos dulces, brindan exponentes delicados y muy bien balanceados en azúcar, alcohol y acidez.
Vinos para tortas
La regla, en este caso, nos indica que los vinos blancos dulces serán compañeros perfectos de tartas de manzana, ricota o postres cremosos. En cambio, los vinos tintos dulces se entenderán mejor con tortas de chocolate negro y dulce de leche.
Espero que hayan disfrutado esta introducción al maridaje entre vinos y postres. Hay numerosas combinaciones y es solo cuestión de animarse y experimentar sabores que otrora eran impensados de ensamblar en las mesas argentinas. ¡Salud!