Es verano. Hace calor y las temperaturas diarias superan los 30 grados. Tiempo de pileta o playa, sol y relax, en jornadas que alargan su luminosidad hasta entrada la noche. Las ansiadas vacaciones han llegado para recargar pilas, barajar, dar de nuevo y encarar el año entrante con todo el entusiasmo.
En materia gastronómica, es tiempo de elaboraciones simples, frescas y con bajas calorías. Pican en punta las ensaladas, las frutas, los pescados, los mariscos y las carnes magras. Y, para acompañar estas preparaciones ligeras, súper estivales, qué mejor que disfrutar una buena copa de vino blanco, rosado, tinto veraniego o un burbujeante espumoso. Por supuesto, como siempre lo hacemos desde BordeRío, debemos beber responsablemente y con moderación.
Los vinos indicados
Las altas temperaturas de la movida del verano hacen que en este tutorial, recomendemos beber vinos frescos, jóvenes, livianos, fáciles de beber, con acidez envolvente y sin paso por barricas. Nuestras sugerencias son exponentes blancos, rosados y tintos con poca intensidad tánica. Si son fans de los espumosos, nada mejor que un buen burbujeante para apaciguar los efectos del tórrido sol.
El ambiente indicado
El termómetro no para de subir y, por ende, la locación atinada para disfrutar una buena copa de vino con tintes estivales es al aire libre. Un jardín, un patio, una terraza, un deck, al borde de una pileta o con los pies en la arena, de cara al mar. Esta es la postal inconfundible, la situación ideal para degustar un vino fresco y frutado como nos merecemos.
La temperatura indicada
Blancos secos, ligeros, fresquísimos, frutados y sin contacto con roble deben servirse entre 8 y 10 grados. También los modernos rosados, con una tonalidad casi imperceptible, al Estilo Provence, región francesa emblemática de rosés de altísima calidad.
En el caso de los tintos “peligrosamente” fáciles de beber, aconsejamos tomarlo entre 10 y 12 grados, más debajo de los tintos corpulentos, que oscilan entre los 14 y 16 o 16 y 18 grados.
Por su parte, los espumosos, debido a las burbujas, que hacen que todo volatilice mucho más rápido, tienen que tomarse entre 5 y 7 grados.
Por supuesto, en todos los casos, más aún en verano, proponemos tener una frapera a mano, con agua y hielo para mantener constante la temperatura y evitar aumentos indeseados.
Maridajes indicados
Todos estos vinos van con preparaciones gastronómicas livianas. Nada mejor que un rosado con picadas, sushi, pescados magros, bruschettas o mariscos.
Imaginamos, además, un excelso cebiche, las clásicas copas de langostinos, las típicas ensaladas verdes con lonjas de pollo o salmón, con un vino blanco ágil y dinámico en el paladar.
En el caso de los tintos de verano, toman protagonismo las carnes magras (entraña, lomo), los cortes de cerdo como el solomillo o algún pescado con mayor tenor graso.
En todas las opciones arriba mencionadas, podemos deleitarnos con una copa a modo de aperitivo, en la previa de alguna comida, pues, en general, son productos súper frescos, con una acidez presente y alcoholes bajos.
El enfriado rápido indicado
Muchas veces, nos ha pasado que seleccionamos nuestro vino “veraniego” para tomar “ya”, pero no lo tenemos en la temperatura indicada. Debemos refrescarlo rápido, a toda velocidad, pues, de lo contrario, demoraríamos en degustarlo.
¿Cuál es el truco para bajar los grados de la manera más rápida posible? Una opción es dejarlo entre 45 minutos y una hora en el freezer. No más de ese tiempo porque se congelaría el líquido. Otra alternativa, es añadirle sal gruesa y alcohol a la frapera, que ya tiene agua y un puñado de hielo. Girando la botella sobre su eje, verán que pronto baja su temperatura.
De todos modos, es importante aclarar que no imponemos dogmas ni somos tajantes. Simplemente, damos nuestros consejos y si alguien disfruta el vino a una temperatura más elevada de la sugerida o le gusta añadir hielo al líquido, es válido. Sobre gustos, ya sabemos, no hay nada escrito.
Lo importante es disfrutar de una buena copa en la mejor compañía. ¡Salud!