Chardonnay, la reina de los vinos blancos

Es la reina de las uvas blancas. Indiscutida. La más cultivada y consumida en todo el planeta. Ella, la Chardonnay, la más refinada, la de más excelsa estampa entre las variedades blancas es la protagonista de esta nota.

El último jueves de mayo se celebra su día y, por ello, desde BordeRío la homenajeamos como se merece. Emblema de la región de Borgoña, donde da vida a los famosísimos Chablis, y base inequívoca de los Champagne franceses, en Argentina cada vez nos sorprende más por su calidad, versatilidad y personalidad.

Aquí, su presencia también se destaca en nuestros espumosos, pero, además, nos deleita con sorprendentes exponentes de altísima gama. Por supuesto, para el “día a día” presenta opciones modernas y muy gratas para el paladar.

¿Qué características tiene el Chardonnay?

A la hora de los blancos, es imprescindible que todo emprendimiento vínico cuente con un Chardonnay, un varietal tan clásico como popular. ¿Qué características tiene? ¿Por qué es tan enjundioso y reconocido por los exigentes paladares? En primer lugar, debemos resaltar su elegancia. Es una cepa con gran carácter, que jamás pasará desapercibida.

Si bien sus notas aromáticas y palatinas dependerán del estilo de vinificación y la región en la que nos encontremos, percibimos marcados toques de miel, manteca, frutos secos (nuez, almendra, avellanas) y frutas blancas (pera, durazno). En las etiquetas más modernas y de zonas más frías, solemos percibir aromas de manzana verde, limón y pomelo. Es decir, empiezan a aparecer las notas tropicales.

La uva Chardonnay se lleva de maravillas con la barrica. De hecho, muchos caldos fermentan en madera y, por lo pronto, reposan unos cuántos meses allí para que el futuro vino adquiera mayor volumen y golosidad en boca.

Estamos en presencia de una de las uvas blancas que mejor evolucionan con el tiempo y atesoran un prolongado potencial de guarda. Sí, este cepaje evidencia a través de sus maravillosos vinos una muy buena capacidad de envejecimiento.

Chardonnay y sus maridajes

Los Chardonnay que pasan por roble son ideales, desde el punto de vista gastronómico, para combinar con elaboraciones con mayor tenor graso. Así, pensamos una combinación ideal con pescados como el salmón, la trucha o el pacú, carnes de cerdo como el solomillo y, por qué no, alguna carne roja magra. El pollo condimentado con algún mix de especias también se anota un pleno en esta armonización.

Aquellos exponentes más ligeros, de estilo moderno, sin paso alguno por barricas, se muestran súper versátiles. Podemos ir desde una ensalada de verdes bien fresca, a las tradicionales copas de frutos de mar, pescados magros y, lógicamente, solos, a modo de aperitivo. Si bien estamos en una época casi invernal, siempre es ameno disfrutar una copa de buen vino blanco en la previa de alguna comida.

Chardonnay en Argentina y el mundo

Si bien hasta hace una década en Argentina los Chardonnay tenían fama de ser “densos” y “pesados” en boca, siempre han sido elegantes y con una sofisticación notable. Hoy, con mayor desarrollo de nuestra viticultura, es la indiscutida reina de las blancas. Hallamos sabores muy suaves, delicados, largos y profundos. Su acidez es muy equilibrada y refrescante, dándole a los vinos una gran sutileza.

De norte a sur del país, su cultivo ha demostrado un perfil camaleónico, adaptándose a diferentes suelos, altitudes y latitudes. Así, encontramos Chardonnay de climas más cálidos y otros, con un perfil de climas fríos.

A nivel estadístico, los números indican que esta cepa está dentro de las 10 variedades más cultivadas en nuestro país, con 5854 hectáreas, representando 3% del total, según datos recientes del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Brilla en Mendoza, San Juan, la Patagonia y en Entre Ríos, donde BordeRío la adoptó como un caballito de batalla y está entre sus filas como una de sus etiquetas más destacadas.

A nivel internacional, además de destacarse en la Borgoña francesa y dar los más sublimes Champagnes en tierras galas, sobresale en California (Estados Unidos), Australia, Nueva y Sudáfrica. Asimismo, se ganó un lugar en países europeos que tienen sus cepajes autóctonos como Portugal, Italia y España. Es tan seductora, que está presente en todos los puntos cardinales vínicos.

A modo de síntesis, se calcula que hay, actualmente, unas 160.000 hectáreas plantadas en todo el mundo, lo que deja en evidencia su extensión por todo el planeta. Vigorosa, de brotación temprana, resistente y adaptable a diferentes terroirs, le dedicamos esta auténtica oda a la gran dama de las cepas blancas. ¡Salud!

Deja una respuesta