¿Cuál es el mejor vino para principiantes?

“El mejor vino es el que más te gusta”. Esta frase parece hecha, pero no la es. Más allá de las explicaciones técnicas que los profesionales podamos dar y los consejos vinófilos que tengamos siempre a mano, sobre gustos no hay nada escrito.

Lo que sí podemos hacer es recomendar estilos de vinos para aquellos que quieran comenzar a disfrutar los infinitos aromas y sabores que nos ofrece esta bebida. “No tomé nunca vino en mi vida y quiero empezar a hacerlo. ¿Qué me recomendás?”. He aquí una pregunta clásica, de manual, propuesta por los paladares curiosos, que quieren dar el puntapié inicial para (¡por qué no!) convertirse en expertos en la materia.

Pero, para llegar a ser un paladar sibarita avispado, hay que hacerse de abajo. Ir paso a paso, de menor a mayor para no complicarse.

Tips para comenzar a tomar vino tinto

Si la preferencia inicial del que quiere comenzar a adentrarse en el mundo del vino son los tintos, nuestro consejo es que empiece a distinguir varietales (productos elaborados a partir de una sola cepa) y que se incline por aquellos que son frescos, frutados, con taninos amables y sutiles en paladar. Es inevitable recomendar nuestro simbólico y versátil Malbec, que con sus notas frutadas clásicas a flor de piel, su delicadeza aromática y su sedosidad en boca, representa una muy buena opción para empezar a beber vino.

La lista de vinos tintos ideales para la iniciación en este mundillo la podríamos completar con Pinot Noir, Merlot, Criolla o Bonarda. Refinados, elegantes, sin demasiada carga tánica, son indicados para que el público, por el momento ajeno al tema, empiece a “amigarse”.

Es importante que estos varietales sean frutados, respeten su tipicidad (características intrínsecas del cepaje) y no tengan paso por barrica. Probar vinos con madera será un paso subsiguiente. Lo primero y fundamental es diferencial las distintas cepas y conocer sus principales características organolépticas.

Es decir, recomendamos vinos fáciles de beber, con alcoholes bajos, sin reposo en roble, ágiles y dinámicos a la hora de ser bebidos. Poco cuerpo, acidez refrescante y versátiles a la hora del maridaje. No solo es importante degustar el vino solo, sino, también, en compañía de un plato acorde a la etiqueta catada.

Cuando el vino blanco es la primera opción

Si la consulta viene por el lado de los vinos blancos, generalmente, la respuesta más común para el potencial consumidor es que empiece por los dulces naturales o cosechas tardías. Productos con poco alcohol y cierto dulzor en paladar, hará que sea más fácil adentrarse en el mundo de los blancos.

Estos vinos suelen acompañar postres o momentos descontracturados. Además, hoy se los considera para cócteles por su tenor sucroso. Amenos, carentes de astringencia o taninos complejos, son indicadísimos para empezar a mirar los vinos blancos sin prejuicios típicos de un “país tintero”.

Luego de haber empezado, entonces, por los dulces, será momento de ir por un buen Chardonnay, Sauvignon Blanc o Torrontés seco. Sin paso alguno por madera, el principiante consumidor encontrará productos fresquísimos, súper frutados y acidez envolvente (no hay que tenerle miedo a su presencia entendida como aliada en la evolución del líquido).

Estos vinos van de maravillas como aperitivos o elaboraciones más ligeras. Una vez más, aquí también recomendamos empezar por varietales. Los vinos de corte (dos o más variedades) los podrán empezar a distinguir en una segunda etapa.

¿Qué pasa con los rosados y los espumantes?

En referencia a los vinos rosados, han proliferado los Estilo Provence en todas las vinotecas. Elaborados a partir de uvas tintas, el hollejo (piel) ha tenido escaso contacto con el líquido, dando como consecuencia productos muy delicados, de tonalidades casi imperceptibles y muy ágiles para el paladar. Recomendamos probar estos vinos, secos, con entradas, picadas, ensaladas y carnes magras. Los rosés son siempre un comodín.

Por otra parte, aquel que quiera adentrarse en el mundo de los espumosos, nuestra recomendación es, a tono con lo mencionado con anterioridad, que comience por los Demi Sec o Dulces para, posteriormente, animarse a los más secos como los Nature, Brut Nature o Extra Brut.

En definitiva, queridos paladares aprendices, la idea es que vayan de menos a más. De menor a mayor estructura; de menor a mayor alcohol; de menor a mayor carga tánica; de varietales a blends; de etiquetas frutadas o complejizadas con madera; de menor a mayor astringencia; de menor a mayor intensidad.

Es cuestión de práctica y animarse, pasito a pasito, a probar las diferentes opciones sugeridas. Por supuesto, siempre hacemos hincapié en el consumo moderado para preservar nuestra salud y la de los demás. ¡Hasta nuestro próximo encuentro!

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