Abril es el mes dedicado al Malbec. El momento del año en el que rendimos homenaje a nuestro cepaje emblemático, que cautiva con seducción, no solo a los paladares locales, sino a los más exigentes sibaritas internacionales.
Si bien no nació en estas latitudes, lo hemos adoptado con cariño desde el sudoeste francés. Incluso, destacados expertos sostienen que encontró su lugar en el mundo en tierras albicelestes.
¿Por qué gusta tanto el Malbec? He aquí la gran pregunta. La respuesta es simple: siempre da vinos amables, de cuerpo medio, con delicadas notas frutales y florales, taninos dulces y sedosos.
Su aroma nos recuerda a frutas como la ciruela, el cassis, guindas, frutillas y violetas. Además, si el exponente tuvo crianza en barricas de roble, aporta notas de cuero, vainilla y chocolate.
Es decir, cuando disfrutamos un Malbec, podemos encontrarnos con vinos ligeros y muy tomables, debido a su sedosidad, frutosidad y baja astringencia, pero, también, con roble a cuestas, nos otorga un líquido con interesante estructura y potencial de guarda.
Eso sí, fácil de beber o con mayor presencia en paladar, brinda opciones muy tomables, con baja carga tánica, acidez envolvente y refrescante, y una sensación de fineza en el posgusto.
Ello hace que, a la hora del maridaje, sea muy versátil. Esta es la principal razón por la que está presente en cualquier mesa argentina, acompañando diferentes comidas.
Comida y Malbec: los mejores maridajes
Entre las mejores opciones de platos para acompañar un clásico Malbec, en primer lugar, se nos viene a la mente carnes rojas, carnes asadas, quesos semiduros y duros, y las clásicas pastas con salsa fileto. Los tallarines frescos son un elixir para acompañar una buena copa malbequera.
Nuestro varietal insignia es ideal para acompañar los típicos asados vacunos (una copa de Malbec al lado de la parrilla es una eterna postal por estos pagos), guisos variopintos y hasta carnes de caza, siempre y cuando no estén condimentadas en exceso.
Si el Malbec, como narrábamos con anterioridad, tuvo un descanso prolongado en madera, recomendamos un buen locro (vienen los primeros fríos importantes), un rico bife de chorizo con morrones asados o algún corte con hueso, como la tradicional tira de asado.
Su notable versatilidad hace que también podamos combinarlo con pescados grasos, como un pacú, un salmón o una trucha. En este caso, debemos pensar en un Malbec fresco, frutado, de cuerpo medio y con delicado paso por barricas. Los taninos dulces y amenos del varietal irán muy buen con la grasitud de los pescados con mayor presencia en el paladar.
Otras dos tentadoras opciones
El Malbec, como vemos, es un gran comodín que se adapta a diferentes elaboraciones. Entre otras combinaciones enogastronómicas con nuestro cepaje estrella, sugerimos pizzas tradicionales de mozzarella o con quesos con mayor intensidad como el parmesano o provolone. Lógicamente, el Malbec seleccionado, en esta opción, debe ser, mínimamente, de cuerpo medio.
Otro ejemplo emblemático es su maridaje con las picadas. Su fineza y adaptabilidad hace que se complemente de maravillas con las distintas opciones (y muy diferentes) que nos encontramos en la clásica picada que compartimos en familia o con amigos. En esta oportunidad, es un gran conector de sabores, que se amalgaman muy bien con la frutosidad del varietal.
Al dulce, más Malbec
A la hora de los postres, ¿podemos, también pensar en Malbec? Sí, por supuesto. En su versión tardía o dulce natural, se ensambla a la perfección con el clásico volcán de chocolate y con los siempre infalibles bombones rellenos con pasta higo y corazón de nuez.
Además, los panqueques de dulce de leche y la torta galesa son dulzuras especiales que pican en punta para amalgamar las bondades del gran varietal que nos emociona en todas sus versiones.
Bonus track
Los espumosos rosados secos a base de Malbec son ideales para iniciar una comida, a modo de aperitivo, o en sintonía con elaboraciones a base de pescado. Unas sutiles burbujas rosadas se entenderán de maravillas con sushi, tiraditos, cebiche y elaboraciones del Sudeste asiático.
¡Loas y honras por doquier para nuestro eterno Malbec! Seco, dulce, tranquilo o en versión burbujeante, demuestra a la hora del maridaje una grata y asombrosa versatilidad. Es, sin duda, un compañero de emociones a la hora de disfrutar de la buena mesa. ¡Salud!