El pasado 16 de febrero se celebró en todo el mundo el Día del Syrah. Cepaje tan noble como envolvente, en los últimos años parece haber desaparecido del radar de los paladares sibaritas. Frente al auge de otras variedades (Cabernet Franc y Pinot Noir picaron en punta), su consumo sufrió una merma, pero aquí lo vamos a reivindicar.
Cada vez que mencionamos a la uva Syrah, todos los expertos coinciden en que es una de las más importantes a nivel mundial. Emblema de la región del Ródano francés, donde brilla con etiquetas multipremiadas, su origen habría sido en el Lejano Oriente. Según los historiadores, la cuna del Syrah fue Persia. Desde allí, los cruzados la habrían llevado al territorio francés donde encontró un terruño apto para su destaque.
Además de ser un símbolo actual de la viticultura de Francia, también se adaptó de maravillas en Australia (allí la denominan Shiraz), país que la tiene como su máximo exponente vínico, mientras que en nuestro país la provincia de San Juan la adoptó como propia.
En términos generales, Syrah es una cepa que da vinos de color rojo intenso con tonalidades violáceas profundas. Son caldos con envolvente volumen aromático. Sobresalen notas especiadas (pimienta negra, canela, clavo de olor), con un marcado carácter frutado de arándanos y moras. De taninos potentes y golosos, los críticos destacan su final agradable y equilibrado.
El maridaje perfecto para un Syrah
A la hora de los maridajes, es compañero ideal de carnes rojas y de caza, pavo y cerdo. Además, combina muy bien con pastas, comidas especiadas y embutidos.
Sus muy particulares taninos consiguen fundir la grasa del cordero, cabrito y el de las carnes de caza. He aquí el mejor entendimiento enogastronómico. Por ello, los Syrah suelen ser ideales vinos de guarda.
En relación a este punto, en el que también podemos pensar en carnes como el conejo o el jabalí, las preparaciones pueden ser a las brasas y aromatizadas con diferentes hierbas y especias, como la pimienta y la albahaca, a tono con las notas organolépticas de este cepaje intenso.
Si nos inclinamos por el lado de las pastas, el Syrah, nuevamente, nos va a cautivar. Recomendamos una combinación con una lasaña clásica, sorrentinos, ravioles o spaghetti, con salsas con mucho sabor e intensidad. No nos olvidemos que tenemos que tener un plato a tono con el carácter y la impronta de este cepaje que nunca pasa desapercibido.
Para aquellos que no son carnívoros ni, tampoco, fans de las pastas, podemos imaginar una fabulosa fusión entre el Syrah y vegetales al horno como pimentones, tomates, berenjenas, funghi o los típicos zapallos italianos. Pueden hacerse a la plancha o la parrilla. Nuestro consejo, siempre pensando en esta cepa con tremenda personalidad, es servirlos especiados y con un “touch” ahumado, con un buen pesto.
El Syrah también acompaña de maravillas la comida especiada. Sí, se entiende de memoria con la cocina india. El curry, en todas sus versiones, es una inmejorable opción para comer junto a un excelso exponente, que tenga sabores especiados pronunciados.
Bonus track: ¿El Syrah como aperitivo?
Sí, también. Marida de manera estupenda con quesos de sabores fuertes como el queso Gouda, Emmental, Gorgonzola o quesos de cabra y oveja. Estos, además, pueden ser acompañados de jamones y embutidos, hierbas, pastas de aceitunas negras, hummus, pan ciabatta, alcaparras o, porqué no, una salsa a base de pimienta.
En definitiva, Syrah es un cepaje noble, versátil y con enorme personalidad. Por ello, en su día, celebremos su elegancia y fineza con una copa en alto. ¡Salud!