San Valentín: claves a la hora de elegir el mejor vino

Febrero es el mes de los enamorados. San Valentín no solo celebra el 14, sino que la llama de la pasión se mantiene encendida en la atmósfera durante todo el mes. De todos modos, particularmente, la fecha más romántica del año nos hace pensar en ramos de flores, bombonería, desayunos sorpresa y, por supuesto, citas de a dos en casa o en un lindo restaurante, copa de vino en mano.

Y aquí surgen interrogantes determinantes, afín de no fallar en el intento. ¿Cuál es el vino indicado para el Día de los Enamorados? ¿Con qué debemos brindar para celebrar el amor eterno? ¿Descorchamos un espumoso, un blanco, un tinto ligero o un seductor rosé?

Todas estas opciones son válidas, encantadoras y con mucho charm. Más allá de los maridajes atinadas, en esta nota haremos un paréntesis y le daremos el protagonismo al líquido báquico, protagonista (siempre con moderación) del chin chin que recuerda al sufrido Valentín. Sin embargo, fiel al estilo de quien escribe, haremos recomendaciones de combinaciones enogastronómicas que enamorarán aún más a los tortolitos.

Es inevitable pensar, en primer lugar, en un vino espumoso. San Valentín y Champagne, cava, sparkling wine, Prosecco o sekt (todos burbujeantes) son sinónimo de amor, pasión y romanticismo. Los espumantes están presentes en los momentos más importantes de nuestras vidas y esta no es la excepción.

La foto simbólica de la cita de los enamorados, en todas las latitudes, es con una copa de burbujas en mano. Y, si bien en la Argentina no tenemos la tradición de acompañar comidas con espumosos, en esta ocasión suele ser actor principal. Fresco, ágil y en copa de vino blanco (las copas flautas están demodé), engalanará el encuentro con sutileza. Ojo, tengan a mano una frapera para mantener la temperatura a unos 5 o 7 grados.

¿Con qué podemos acompañar un buen espumoso (seco)? Ostras, sushi, pescados, mariscos o, incluso, según su complejidad con carnes rojas. Por supuesto, también va de maravillas como aperitivo.

Otra opción muy romántica, que cautiva a los que se aman con el corazón son los vinos rosados. Elaborados al Estilo Provence, con una coloración tenue, acidez envolvente y frescura excepcional en el paladar, hoy son muy buscados por el consumidor argentino. De Malbec, Pinot Noir (está muy de moda), Merlot o Syrah, las etiquetas se multiplican, destacando una calidad altísima.

Además, si somos exigentes con los maridajes, los rosés se destacan por su versatilidad. Van muy bien como aperitivos, en un primer paso de una comida o en compañía de algún principal a base de pescados o carnes. Es un auténtico comodín que tiene a la seducción como su gran as bajo la manga.

En relación a los vinos blancos (cada año hay mejores y más exclusivos exponentes), son fabulosos para esta época del año. Frescos, frutados, ligeros y “peligrosamente” fáciles de beber, invitan a disfrutar de una velada romántica en tándem con sushi, cebiche o alguna elaboración liviana a base de frutos de mar. Si preferimos seducir a nuestro partener con un blanco más intenso, voluminoso y con paso por barricas, podemos lucirnos con un salmón o una truca como la dupla ideal.

¿Y qué pasa con los tintos? No se preocupen. Haremos mención a los caldos que la gran mayoría de los paladares locales eligen. Es inevitable hacer referencia al Pinot Noir, el varietal más romántico de todos, debido a su fineza, delicadeza y elegancia. Considerada “cepa de primera cita”, su sofisticación y amabilidad en boca lo convierten en número puesto para celebrar San Valentín.

También, a tono con los vinos fáciles de beber, ganaron terreno en estos encuentros románticos la Criolla, el Malbec sin madera (Malbec, siempre Malbec) o algún blend sin demasiadas complejidades. Por otra parte, están muy de moda los Cabernet Franc tomables y frescos.

En el universo “tintero”, para la cita de San Valentín, podemos imaginar un menú con carnes braseadas, risottos con hongos o una pasta con salsa casera para sorprender a nuestra media naranja.

A modo de Bonus Track, en el epílogo de la comida, una copa de vino dulce en compañía de un postre romántico sería el cierre soñado. Dulces de fresa, brownies de nutella, crumble de manzanas y frambuesas o chessecake con maracuyá (fruto de la pasión) maridan a la perfección.

El Día de los Enamorados es, en definitiva, una fecha ideal para compartir un rico vino, a la luz de las velas. Las opciones recomendadas son múltiples y cada una de ellas tiene una razón de ser. Desde BordeRío deseamos que celebren el amor en pareja y brinden por la felicidad eterna. ¡Salud!

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