¡El 16 de febrero reivindiquemos el Syrah! Hablamos en los últimos tiempos del seductor Pinot Noir, el atrapante Cabernet Franc y el siempre versátil Malbec. Sin embargo, tras celebrar su Día Internacional, es momento de enaltecer una de las uvas más añejas del mundo, plena de carácter y personalidad, que nunca pasa desapercibida en sus líquidos báquicos.
Intensa por naturaleza, los paladares sibaritas que aman esta cepa conocida como “La Dama de Oriente” por sus orígenes, es un auténtico vendaval, un “todoterreno fortachón”, que nos invita a pensar en las mil y una especias.
Los orígenes del Syrah
Vayamos por parte… Cuando hacemos referencia a los orígenes del Syrah o Shiraz, tenemos que remontarnos a la época de los Persas (sí, aquella civilización que nos fascinó a través de los manuales escolares). La cuna de esta potente uva habría sido, justamente, la ciudad de Shiraz. Se cree que en la era de las Cruzadas desembarcó en Francia, donde se convirtió en el emblema de la región del Ródano.
Símbolo actual de la viticultura australiana, su presencia en la Argentina data de hace más de 150 años. En estas latitudes, la provincia de San Juan picó en punta para adoptarla como propia. La variedad encontró allí una tierra muy fértil para brindar exponentes excelsos. Sin embargo, podemos hallar etiquetas notables desde toda la región de Cuyo hasta el Litoral.
En general, en la Argentina, las zonas altas con marcada amplitud térmica empezaron a jugar un pleno al Syrah. ¿Por qué? Porque es una uva de ciclo no demasiado largo, que en estas regiones madura de manera gradual y lenta. Así, acumula, color, aroma y estructura.
De todos modos, es loable su docilidad y adaptabilidad a casi todos los lugares. Quizás, los climas húmedos sean sus principales enemigos. Estamos en presencia de una uva que siempre necesita climas secos para expresar su mejor versión. Además, es fundamental mantener el agua bien controlada.
Notas de cata
¿Y qué características tiene la uva Syrah? ¿Por qué es tan intensa como envolvente? Porque atesora características organolépticas de los grandes vinos. De aquellos que, copa en mano y siempre con moderación, nos emocionan hasta las lágrimas.
Empecemos por la vista. Su color oscuro con matices profundos, densos, violáceos, lo hacen llamativo desde la visual. Es decir, es atractivo ya desde su paleta cromática.
En nariz, aparecen las especias. Nuez moscada, clavo de olor, comino, azafrán, pimienta blanca, canela, laurel y tomillo son solo algunos de los aromas primarios que despliega esta antigua variedad. Por allí, también aparecen la menta, el curry, el romero y el orégano, en sintonía con el casis, la mora y la frambuesa.
Noble como pocos cepajes, el Syrah es un auténtico elixir en boca. Ojo, es (hacemos nuevamente hincapié) de una intensidad bien pronunciada y pide a gritos una buena carne (veremos el maridaje ideal en los próximos párrafos). Acidez refrescante, presente y sostenida, taninos bien firmes, pero delicado y un fin de boca elegante, le dan un sello distintivo incomparable.
En general, esta uva nos regala vinos con muy buen potencial de guarda, pues se lleva muy bien con la barrica, donde puede descansar de manera prolongada. Elegante y sofisticado, sus exponentes son complejos y, definitivamente, fascinantes.
¿Syrah es una uva que va siempre sola o puede ir acompañada? Ambas opciones son excelsas. Expresada como varietal puro, nos sorprende por su corpulencia, su carga tánica marcada y gran estructura en paladar. De todos modos, se entiende de maravillas con el Malbec, al que realza en cada sorbo. Si queremos la combinación perfecta entre pimienta y pimiento, un blend con Cabernet Sauvignon también es una opción enjundiosa. En la región del Ródano, es muy típico el assemblage con la Garnacha (Grenache), variedad que hoy está muy de moda en todas las latitudes vínicas.
Asimismo, en el último decenio, numerosas bodegas apostaron a la elaboración de rosados de Syrah, afín de darle más presencia y pimentosidad en nariz y boca.
La hora del maridaje
Por su estirpe y su prestancia, el Syrah necesita un compañero gastronómico de buen tenor graso, contundencia y una maracada personalidad. Por ello, el acuerdo por excelencia es con cordero. Quizás, una de las combinaciones más perfectas que exista en el mundillo de los placeres sensoriales.
Además, podemos pensar en ojo de bife, bife de chorizo, carnes exóticas y algún costillar a la cruz. Si de pastas de trata, sorrentinos rellenos con cordero o carnes salvajes, regados con una salsa roja power, será un partener ideal. Como vemos, no podemos pensar en elaboraciones light para ir en sintonía con esta gran cepa que nos deleita con creces.
Syrah o Shiraz. Puede llamarlo como más desee. Como fuere y donde fuere, será siempre seductor para todos los paladares. ¡Chin chin y hasta el próximo encuentro!