Cuáles son los elementos que determinan el valor final de una etiqueta. El consumidor siempre debe ir en pos de la mejor relación costo/calidad.
“El mejor vino es el que más me gusta”.
Tan simple como contundente, esta frase es un auténtico caballito de batalla en el mundo enológico. Sobre gustos no hay nada escrito y es fantástico que así sea. Porque, en definitiva, en lo único en que somos iguales es en que somos diferentes.
“No importa que sea caro o barato. Lo que me gusta es porque me gusta y porque la pasión no entiende de razones”.
Otra sentencia tan real como concluyente. Uno debe ser feliz con lo que le hace bien y le llega al alma. Eso no lo pongo en tela de juicio, ni por asomo.
De todos modos, en las próximas líneas les propongo ir más allá de las preferencias personales. Los invito a desmenuzar un poco más este tema que genera debates largos e interesantes en cualquier charla de amigos.
¿Qué encarece a un vino? ¿Por qué dos etiquetas con similares características organolépticas pueden tener un valor económico muy disímil? ¿Qué posiciona a una marca? ¿Hay vinos sobrevaluados? ¿Y subvaluados?
La relación Precio / Calidad
Aquí entramos en el terreno de la relación precio/calidad. Herramienta fundamental para el consumidor a la hora de decidirse por un determinado producto báquico.
Mi primera recomendación es no subestimar jamás a un vino económico. Léase, a fecha de hoy (tengan en cuenta que vivimos en un país inflacionario), por debajo de los $200. En la Argentina se elaboran vinos a precios accesibles, con simpleza, pero muy bien hechos dentro de ese rango. Recuerden: una etiqueta de bajo costo puede emocionarnos. Nunca juzguen de antemano un vino por su precio. Les aseguro que pueden sorprenderse.
En este punto juegan, lógicamente, el propio paladar y el contexto que nos rodea. No es lo mismo estar en una feria vínica, con mucho ruido, música fuerte y gente alrededor, que disfrutar de una buena copa en casa, en la siempre anhelada intimidad familiar.
Por supuesto, los vinos de guarda o pensados para evolucionar durante décadas serán más caros. Sin embargo, esto no significa que nos agraden más. La presión social no debe influirnos.
Los Rangos de Precios
¿Cuántas veces han ido a una exposición y han pedido un sorbo del exponente top? Si no están muy acostumbrados a beber vino, lo más probable es que no les haya resultado del todo simpático.
Es decir, un vino que supera los $1000, por ejemplo, no debe condicionarnos. Porque, seamos sinceros, uno se presiona o da por sentado que nos tiene que gustar sí o sí, pues cuesta “unos buenos mangos”.
Hoy, la “lucha comercial” está en la franja que va de $250 a $350. Son esas etiquetas que “garpan” siempre y que si uno lleva a una reunión quedará de maravillas. Nos referimos a vinos que merecen mucho respeto, si bien no todos con los mismos méritos.
Si superamos la franja de los $400, ya estamos hablando de ligas mayores. Y ni hablar de más de $500 o $700. En general, son productos excelente calidad, premiados en certámenes locales e internacionales.
Ahora, ¿cómo determinamos que un vino valga $300, $500, $600 o más? ¿Un vino que cuesta $800 tiene mucha diferencia con alguno que ronda los $1500?
Es momento, entonces, de darle la bienvenida a la palabrita mágica: MARKETING. Desde que este sector tomó fuerza y ha posicionado sus productos según su criterio, las bodegas pasaron a tener un vino icono en la franja más alta del mercado.
Algunas lo hicieron respetando las auténticas virtudes organolépticas (proceso de elaboración, crianza, presentación). Otras, en cambio, solo por cuestión de imagen propiciaron que el consumidor eligiese etiquetas Premium sin contemplar la relación precio/calidad que les propongo en esta nota reflexiva.
Los factores que determinan el precio de un vino
En síntesis, los factores (luego, decidiremos si estamos dispuestos a comprarlo) son los siguientes:
- Botella: Si es Borgoña o Bordelesa. Si tiene muy marcada (o no) la parte cóncava inferior. Si es leve o pesada. Si es de color verduzca o transparente. Si su estética es agradable.
- Corcho: Los costos varían según el tapón elegido. Corcho de alcornoque o sintéticos, tapas a rosca o cierres de vidrio influirán en el precio final del producto.
- Vestido del envase: Sean sinceros. ¿Cuántas veces compraron un vino por su etiqueta? ¿Y en cuántas ocasiones habrán desistido por una imagen poco atractiva? A esto hay que sumarle la labia de la contraetiqueta (una buena descripción de maridajes es un gran gancho comercial) y el color de las cápsulas o capuchones.
- Cartón corrugado de las cajas: Si los vinos vienen dentro de este tipo de envoltorio e, incluso, tienen un papel blanco liviano que los termina de engalanar, encarecerán el valor final.
- Fletes: La logística en la Argentina es compleja. La burocracia y las extensas distancias encarecen el precio de la botella.
- Marketing y Publicidad: Por último, la creatividad de posicionamiento es factor decisivo para que el público consumidor tenga presente una etiqueta en su mente. Si una marca vínica empieza a tener éxito de “boca en boca”, ese producto se encarecerá.
Espero haberlos ayudado.
Muchas veces (casi todos los días), me preguntan por qué un vino vale tanto o cuánto y por qué algunas etiquetas están de moda. Más allá de gustos personales, muchos factores (arriba mencionados) se conjugan para darle valor a una botella.
Consejo de viejo sabueso: ante todo, asesórense y busque siempre la mejor relación precio/calidad. Allí tendrán la solución imbatible.
¡Hasta la próxima nota!