El análisis sensorial de un vino se divide en tres partes. La primera es la fase visual. La segunda, la olfativa. Y la tercera y más determinante, la gustativa. Si alguna vez participaron de una degustación guiada, seguramente, hayan pasado por esta metodología.
En esta oportunidad, nos centraremos en el primer paso. Es decir, en la vista. Allí, apreciaremos los colores, las tonalidades y otras cuestiones relevantes relacionadas con este primer paso a la hora de describir un vino.
Limpidez, burbujas, brillos y otros aspectos visuales
Evaluaremos, entonces, la limpidez. Para ello, tomaremos la copa y observaremos a trasluz. Tratemos de descubrir si hay cuerpos extraños (sedimentos, borras, partículas en suspensión). El vino debe presentarse brillante, con reflejos marcados, seductor, de colores vivos y sin opacidad. Podríamos utilizar los términos brillante, apagado o turbio, según fuese el grado de opacidad que presente.
Luego, giremos el vino dentro de la copa y observemos la formación de lágrimas o piernas. La distancia entre ellas, nos dará una idea del tenor alcohólico del vino. A mayor graduación de alcohol, mayor cantidad de lágrimas.
Detengámonos un instante y prestemos atención a la forma en que caen aquellas piernas y la velocidad con que se detiene el movimiento de la superficie del vino. Nos dará información sobre su densidad, que luego se traducirá en las sensaciones táctiles como untuosidad y cuerpo. Para que incorporen a su vocablo de catadores, el vino puede ser fluido, denso, aceitoso, viscoso, correspondiendo a este último la semejanza con el mosto concentrado.
Por otra parte, siguiendo con el análisis visual, en algunos vinos, observaremos la formación de unas pequeñas burbujas en la parte inferior del cáliz de la copa. Es gas carbónico, producto de las fermentaciones.
Otro dato interesante lo encontraremos sobre los laterales de la copa. Allí podremos distinguir un dibujo generado por los reflejos en forma de “herradura”. Esto es especialmente importante para la apreciación de los vinos blancos, donde, sobre los brazos de esta herradura se podrá evaluar los tonos de sus brillos.
La zona de contacto entre copa y vino es una pequeña aureola, conocida como “menisco”, formada por una región casi transparente en contacto con la copa. Contigua a esta, y hacia el centro de la copa, se observa un degradé de colores que son los matices del color del vino. La intensidad del color se evalúa en el centro de la copa.
Sobre el color del vino
Finalmente, nos centramos en el color del vino, que nos da idea de su evolución. A medida que transcurre el tiempo, los vinos varían su color. Los vinos blancos evolucionan desde los tonos más claros hacía tonos más intensos y sus pasos podrían definirse como incoloro, amarillo pálido, amarillo verdoso, pajizo, amarillo dorado, hoja seca, parduzco.
En relación al amplio abanico de los vinos rosados, podemos observar colores pálidos o colores semejantes a vinos tintos de muy poca intensidad. Evolucionan variando sus colores de la gama de los rojos hacia los tonos anaranjados. Los vocablos que mejor describen su color son: rosado, clarete, rosa, piel de cebolla, anaranjado.
De todos los vinos, los que más atraen por su color son los tintos. Su atractivo color nos lleva a imaginar sus sabores. Los jóvenes se caracterizan por ser de un color rojo violáceo intenso, profundo. Con el paso del tiempo, los tonos violáceos dejan paso a los matices rojos purpúreos y, posteriormente, a los rojos rubí.
Con el añejamiento, los taninos presentes en el vino se combinan con los componentes rojizos del color (los antocianos), variando el color, con la presencia con matices amarillentos. Los vinos presentarán colores teja, anaranjados y llegarán hasta los tonos marrones para vinos muy evolucionados.
Un dato interesante sobre el color del vino, justamente, tiene que ver con los antocianos. Existen cepajes como el Pinot Noir, que tienen poca cantidad y, por ello, veremos que los vinos elaborados a partir de esta variedad tienen una coloración tenue. Por el contrario, uvas como Malbec o Bonarda tienen buena carga de antocianos, dando como resultado vinos con colores profundos.
Espero que hayan disfrutado de la nota y se puedan lucir con la descripción visual de los vinos en cualquier reunión social, con amigos, en familia o en pareja. ¡Salud y hasta el próximo encuentro!