Ahora que hay miles de etiquetas en las vinerías y distintos puntos de ventas, seguramente has encontrado detalles en los vinos que te han llamado la atención. Hoy se pueden encontrar “vinos artesanales”, sin embargo en la etiqueta no se aclara a qué corresponde esta distinción. ¿Será por la forma de hacerlo? o ¿Será el volumen de producción?. Hasta cabe preguntarse si tienen características distintivas con respecto a los otros vinos. ¿Son mejores o peores? En esta nota una breve descripción de los vinos artesanales.
Nuestro país como elaborador de vinos cuenta con una ley específica que lo rige como así también con un instituto encargado de controlar y reglamentar la producción de esta bebida. En las reglamentaciones se pueden encontrar todos los requisitos y medidas que tienen que tener las bodegas para elaborar y comercializar vino. Sin embargo, atendiendo a la realidad de que existen productores de vino más pequeños, es que quedan contempladas en la ley las categorías de vino “artesanal” y vino “casero”.
¿Qué le exige la ley a un elaborador de vinos artesanales o casero?
En el 2010, para el INV, el elaborador de vino artesanal podía solicitar el análisis de libre circulación del vino (es decir, venderlo) por partidas no superiores a los 2000 litros y, a su vez, cada botella tendría que llevar adherido un sello correspondiente. Por otro lado, estos elaboradores tendrían que cumplir con requisitos mínimos de prácticas higiénico-sanitarias por lo que requiere una habilitación municipal y la dirección técnica de un profesional.
En el caso de los vinos caseros solo se podrían elaborar 500 litros. Desde el año pasado (2017) el elaborador se puede “estirar” hasta producir unos 12.000 litros de vino en el caso de los vinos artesanales y 4.000 litros en el caso de los caseros.
Pero más allá de lo que dice la ley, cómo son las producciones de estos vinos y quién está detrás de cada botella, son historias interesantes de contar. Muchos de estos vinos vienen de la mano de enólogos con deseos de tener su propias etiquetas, o de productores de uva de pequeñas superficies que desean aumentar la rentabilidad a través de ganar un eslabón en la cadena de elaboración. Es así que cuando hablamos de un vino artesanal o casero implica capacidad técnica para elaboración de buenos vinos. Algunos viven de la venta de estos vinos y para otros es un ingreso “extra”, pero lo cierto es que hay mucho trabajo y pasión en cada botella descorchada.
¿Y cómo es la bodega de un vino artesanal o casero?
En general, es muy parecida a cualquier bodega industrial pero todo en menor escala o menos automático. Por ejemplo en vez, de una super moledora seguramente cuenta con una moledora chiquita de solo unos pocos cientos de kilogramos de uva molido por hora.
O en vez de contar con cientos de barricas, tal vez cuente solo con un par de ellas. Como el costo de la maquinaria automatizada es muy elevado, muchas partes del proceso se realizan manualmente. Por ejemplo el embotellado en vez de realizarse con una lavadora-embotelladora-tapadora automática, como se haría en una bodega industrial, en una bodega artesanal o casera se hace en etapas con máquinas que aceptan las botellas de una a una, siendo un proceso más lento y que involucra más horas-hombre.
Pero tal vez la diferencia más grande con una bodega industrial es el volumen de cada vinificación. En las bodegas artesanales o caseras se elabora en muchas micro-vinificaciones, es decir, pequeñas fermentaciones de entre 50 y 200 litros. Luego el enólogo decide si hacer un solo corte o hacer distintas líneas de vinos.
La capacidad de inversión y el volumen comercial de las bodegas industriales frente a las artesanales y caseras, son muy distintos. Así muchos elaboradores pequeños se han ido uniendo en asociaciones a los fines de comprar en grupo, o para la búsqueda de fondos de inversión tanto estatal como privado, hasta incluso, para mejorar sus chances de difusión.
Pero queda una pregunta flotando en la nota: ¿al fin y al cabo, son vinos ricos y dignos de degustar?
Obvio. Incluso algunos ya empiezan a competir en concursos internacionales.