Viñedos y olivos, el impresionante proyecto de“BordeRío” en Victoria

Periódico Acción. Larroque, Entre Ríos, - 26 de Julio 2016

Guillermo Tornatore, el rosarino que invierte en esa región, dialogó con Martín Oleinizak en una nota de X más TV. En el video se describe que a la producción de vinos, sumarán la producción de aceitunas y aceite de oliva, complementado con un proyecto turístico de nivel. Todo esto conforma BordeRío, el “Disney” del vino entrerriano.

En las lomadas de la ruta 11 crece un emprendimiento turísitco-productivo que impacta. Como en la zona de Colón con la bodega Vulliez Sermet, Tornatore y su esposa recuperan el perfil vitivinícola que tuvo la provincia, hasta que una ley prohibió el uso comercial hace más de 80 años.
Pero a tono con este tiempo, BordeRío avanza en la metas de agregarle un valor turístico a la empresa.

BordeRío es sinónimo de buenos momentos

Un paisaje único con suaves elevaciones, vegetación y fauna autóctona, frondosos viñedos, olivares, y un inmenso río de fondo.

BordeRío es una experiencia multisensorial, no sólo es vino o aceite de oliva, es naturaleza, arquitectura, gastronomía y turismo. Es un lugar de encuentro y también es una revalorización que añora, respeta y hoy continúa la tradición vitivinícola en Entre Ríos.

HISTORIA

Entre Ríos, una región de pura cepa.

Había una vez, en un sitio no tan lejano, tierras rodeadas de ríos y llenas de fertilidad.

Allí, inmigrantes provenientes de distintas regiones de Europa dieron vida a más de cinco mil hectáreas de viñedos, los cuales trabajaban y cultivaban con sus propias manos. De ellos extraían el vino que degustaban con placer los paladares de casi todo un país y de varias partes del mundo.

Los años fueron pasando, las vides madurando y esta región iba encontrando en ellas un camino hacia el progreso.

Sin embargo, llegó la infame década del 30 y con ella, la crisis mundial que afectó a varios negocios locales. En este contexto, la prosperidad entrerriana se convirtió, lamentablemente, en una amenaza para el resto de las tierras dedicadas a esta floreciente industria.

Por este motivo, llegado el año 1934, un presidente llamado Agustín Pedro Justo, paradójicamente entrerriano, no hizo honor a su apellido ni a su procedencia, y dictó la “Ley Nacional de Vinos” (Ley Nacional Nº 12.137). En ella se enunciaba la prohibición de la actividad vitivinícola en todo el país a excepción de la Región de Cuyo, favoreciéndola como la única productora oficial de vino.

Fue en ese entonces cuando comenzó una feroz cacería contra todas las bodegas de la provincia. Los inspectores llegaban en compañía de las fuerzas armadas y, sin mediar palabra, arrancaban las vides de raíz, incendiaban plantaciones enteras y perforaban los toneles, derramando de esta forma, la producción y los sueños de cientos de entrerrianos.

Acabaron con todo, menos con la esperanza de que algún día la pequeña “Burdeos” argentina, vuelva a ser perfumada por los viñedos en flor.

Y ese día se hizo esperar, pero al fin llegó. En el año 1993, otro político entrerriano, el senador Augusto Alasino pone fin a esa injusta ley de Justo, y la convierte en tan solo un mal recuerdo. Esto significó el final de las prohibiciones y el comienzo de nuevos sueños y de nuevas ilusiones.

Ilusiones como las de Verónica y Guillermo que, a través de BordeRío, toman el inmenso y noble desafío de producir vino entrerriano de la más alta calidad para llenar las copas de Argentina y el mundo con el fruto de esta tierra, reivindicando a nuestra provincia como un terroir de pura cepa.

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