“Como los buenos vinos: con el tiempo, te ponés mejor”. Esta antigua frase que, con variaciones, perdura en la cultura popular, hace referencia a que con los años, nuestras cualidades mejoran, como pasa con el líquido báquico. Pero ¿qué tan cierto es que el vino mejora con el tiempo?
Podríamos decir que es bastante relativo porque no todos los vinos “se ponen mejor” con los años. Por eso hoy desde BordeRío vamos a indagar en la influencia que tiene el tiempo en la calidad del vino que tomamos. ¡Empecemos!
La curva de vida de un vino
Lo primero que tenemos que saber es que el vino es como un ser humano. Nace, crece, alcanza su pico máximo, decrece y muere. Es decir, tiene una Curva de Vida o Potencial de Guarda.
Esto implica que todo vino tiene una determinada vida útil, pero ¿de qué depende? Hay varios factores a considerar:
- Según cómo fue su elaboración.
- Por el tipo de uva.
- De acuerdo a las características del terruño.
- Por la forma de conservación.
Aun así, de algo podemos estar seguros: no existe fecha de vencimiento en el vino, pues se trata de algo relativo. Sin embargo, se puede estimar su durabilidad de acuerdo a ciertos criterios.
Vinos de corta o mediana vida
Estos vinos, tras el proceso de fermentación, filtrado y clarificado, salen rápidamente al mercado para su consumo. Suelen ser blancos, rosados y tintos jóvenes, pensados para ser bebidos dentro del año o el posterior.
Por lo general, este estilo de vino fresco, frutado, ágil y “peligrosamente” fácil de beber, viene con tapa a rosca, lo que nos da sensación de juventud.
La curva de vida estimada de los vinos jóvenes está entre los dos y cuatro años. Por supuesto, deben estar guardados en óptimas condiciones, lejos de la luminosidad, el calor y las vibraciones.
Por ejemplo, un vino blanco ligero, sin paso por barricas, elaborado a partir de Sauvignon Blanc, Torrontés o Chardonnay es conveniente consumirlo durante el año de su cosecha o el posterior. Luego, sus características organolépticas irán mermando.
Vinos de larga vida
Por otra parte, los vinos que tuvieron una elaboración más compleja y fueron criados en barricas de roble durante unos cuantos meses o años, suelen tener una vida útil más prolongada. Se trata de vinos pensados para que evolucionen en botella y puedan ser bebibles en un período de cinco a diez años, o incluso más.
¿Cuándo tomar un vino según su tiempo de vida?
Lo interesante de saber si es cierto que un vino mejora con el paso del tiempo es entender cuándo conviene tomarlo. Puede ser que abramos una botella y aún le falte madurar o complejizar sus características o que, por el contrario, ya haya dado todo lo que tenía para dar y se torne inexpresivo.
Por ello, es fundamental conocer cómo fue producido el vino que seleccionamos para beber. Si salió pronto al mercado, si tuvo una guarda prolongada, qué tipo de uvas tiene (conocer el origen), son solo algunas cuestiones a tener en cuenta.
En general, la información completa está en la denominada ficha técnica del vino. Allí están todos los datos necesarios para conocer cómo es y en qué momento de su vida se encuentra, según la añada.
Entonces, ¿el vino mejora con el paso del tiempo?
A modo de síntesis, diríamos que no necesariamente el vino mejora con el paso del tiempo, sino que cambia, evoluciona, alcanza su punto álgido y empieza a perder sus propiedades cuando queda atrás su tiempo de plenitud.
Un vino que descansa en barricas un largo período suma a sus características primarias notas terciarias, adquiridas en la crianza oxido-reductora. Así, logra el denominado bouquet, en el que se complejiza con elegancia y fineza.
En definitiva, el tiempo hace que el vino cambie. Tengamos en cuenta que un vino servido en nuestra copa, en cuestión de minutos y horas, se expresa de un modo diferente, pues sale de la botella para “contar” sus infinitas cualidades.
Existen vinos que, cuando son jóvenes, darán sensaciones de frutas frescas y vivacidad. Mientras que los más añejos, tendrán su fruta más madura, tipo mermelada o “cocida”, como se dice en la jerga.
Lo importante es que el vino siempre esté disfrutable, más allá del paso del tiempo y de sus propias características.
A modo de cierre quizás más filosófico citamos a Emile Peynaud que dijo: “Un vino viejo es mejor cuando, sin perder sus atributos de la juventud, se suman los de la vejez”. Ello sucede, sin duda, en las grandes e inolvidables añadas.
Colorín colorado… Ahora queda en ustedes, queridos lectores, averiguar en qué momento de su vida está el vino que descorcharán. ¡Salud y hasta nuestro próximo brindis!