Maridajes sorprendentes: vinos y comida de temporada

Es invierno y el cuerpo lo sabe. Hace frío, hay escarcha, nieva o hiela, según la región del país en la que estemos. Tiempo de abrigarse, de encender caloventores, estufas o encender un fueguito en el hogar con leña.

A la hora de pensar en las comidas y las bebidas, nos inclinaremos por platos típicos de temporada, que suelen ser ricos en calorías, y vinos denominados “de invierno”. Es decir, con buen cuerpo y estructura, ideales para conformar el tándem perfecto con las opciones sólidas.

¿Cuáles son los clásicos platos invernales? Aquellos que tienen sabores intensos y son contundentes (muy rico, por cierto) para el paladar. Es tiempo de guisos, locros, carbonadas, cazuelas, pasteles de papa y comidas de olla. Son un elixir, también, las carnes a la cacerola, los estofados y las infaltables pastas rellenas con salsas intensas.

¿Cuáles son, entonces, los vinos ideales para lograr el maridaje atinado? Tintos corpulentos, con buena presencia tánica, aunque también los fans de los blancos podrán inclinarse por exponentes con mayor complejidad, volumen y paso por barricas. En invierno, los maridajes por concordancia o similitud pican en punta.

En términos generales, los tintos de invierno son sofisticados, carnosos, golosos, amplios con taninos firmes y acidez envolvente. En nariz expresan notas aromáticas complejas, entre frutas maduras y toques especiados, de café y tostados, producto de su crianza en roble.

¿Hay “blancos de invierno”? Sí, los hay. Son aquellos untuosos, voluptuosos, elegantes, refinados y que fueron criados en tonelería o fermentaron, incluso, en barricas. Aquí podemos imaginar maridajes variopintos con arroces, pescados grasos a la parrilla, carnes blancas con papas rústicas o los siempre enjundiosos risottos.

Días y noches con temperaturas de un solo dígito, nos invitan a quedarnos en casa para comer y beber rico, con combinaciones enogastronómicas sorprendentes. A continuación, un ping pong con opciones para hacerle frente al clima gélido.

1. Guiso de lentejas

Un must. Lo es todo en el invierno. Un plato con historia, añoranza, emotividad y, por supuesto, estructura. Podemos inclinarnos con por un Bonarda con buen cuerpo o un típico Malbec con notas de fruta madura, carácter y personalidad, pero de textrua redonda.

2. Pastel de papas

Levante la mano a quién no le gusta este platazo invernal. Nos gusta a grandes y chicos. Podemos pensar en un Malbec con paso por madera, rico, tomable, de taninos dulces. También, por qué no, un Merlot delicado y envolvente.

3. Estofado de cordero

¡Ufff! Aquí, un intenso Syrah, Cabernet Sauvignon o Cabernet Franc. Necesitamos un vino corpulento, con músculo y con notas especiadas. Plato calórico con vino con prolongada persistencia en paladar.

4. Locro patrio

Este plato con reminiscencias de la Revolución de Mayo bien merece un Malbec de manual para enaltecer nuestra historia o, si es muy picante, podemos acompañar con un Torrontés fresco, frutado y con tintes exóticos.

5. Carbonada

¡Plato calórico si los hay! Anímense con un especiado Petit Verdot o Tannat. Necesitamos estructura y complejidad para ir de la mano con esta elaboración contundente y con un sinfín de sabores por descubrir en el paladar.

6. Pollo de campo al disco

Amantes de los blancos, acompañen esta carne blanca con un voluminoso Chardonnay, Viognier o Semillón, con notas de fruta blanca madura, pero con refrescante acidez. Hoy están de moda los blends blancos, complejos y sofisticados, ideales para este tipo de platos.

7. Salmón rosado o trucha a las brasas

Encender el fuego no solo implica ojo de bife, entraña o bife de chorizo. Un pescado graso grillado irá de la mano con vinos blancos envolventes y con crianza en roble. Chardonnay, Viognier y Semillón son nuestras sugerencias. En tintos, un rico Pinot Noir con madera irá de diez.

8. Risotto de hongos

Seguimos en la onda de los blancos con volumen para ser el partener de este plato que siempre levanta suspiros en el invierno. Chardonnay amplio, sutilmente mantecoso y con notas de vainilla por su crianza en roble, es nuestra recomendación. Ojo, si vamos con tintos, no lo dudemos: Pinot Noir y la cada vez más pedida Criolla.

9. Sorrentinos de jamón y queso

Un clásico de los domingos en familia. Las pastas rellenas con salsas rojas piden un Cabernet Sauvignon o Cabernet Franc con cuerpo. Si queremos descubrir varietales no tradicionales, iremos por Tempranillo o Sangiovese con buen peso en paladar.

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