El vino argentino está en la cima del mundo. Su calidad maravilla en todas partes, a partir de sus productos innovadores, de calidad y con cualidades variopintas. El proceso de autodescubrimiento vinícola es cada vez más sólido y hoy el país le ofrece al planeta estilos de vinos con estirpe, personalidad y carácter no solo de las regiones más tradicionales, sino, también, de las más recientes.
Embanderados detrás del Malbec, la cepa insignia albiceleste, hoy la oferta creció y se multiplicó. Afuera ya empiezan a preguntar por nuestro Cabernet Sauvignon, Bonarda o Cabernet Franc, entre otros varietales, y hay curiosidad por las diferentes zonas productoras.
Además, Argentina es una alternativa muy interesante para los mercados extranjeros, pues sus vinos apuntan a la sustentabilidad (en relación a la gestión medioambiental), a tono con las tendencias internacionales, que buscan ejemplares orgánicos, biodinámicos y en plena sintonía con la sanidad del terruño.
En la actualidad, nuestro país integra la selecta lista de Top Five de productores de vino a nivel mundial, detrás de Italia, España, Francia y los Estados Unidos. Con más de 220 mil hectáreas de viñedos plantados, la viticultura argentina se extiende en 19 de las 23 provincias.
Asimismo, como reciente novedad, con el objetivo de captar el interés internacional, el Distrito CABA nombró al barrio de Devoto como Kilómetro Cero de las rutas del vino argentino. Lugar simbólico, a la vera del ferrocarril San Martín, en el que otrora se embotellaban y despachaban los vinos de las principales bodegas mendocinas hasta entrada la década de 1980.
En poco más de 30 años, cuando a mediados de los años noventa empezó la reconversión de los viñedos, Argentina trazó un camino ascendente en la industria, lo que le permitió darse a conocer en todo el planeta. La calidad de sus líquidos ha ido mejorando de manera ininterrumpida su calidad, con el aval, también, de personalidades de la talla de Michel Rolland, Paul Hobbs y Alberto Antonini, que fijaron su mirada en estas tierras ideales para la elaboración de vinos.
¿Cuáles son los principales mercados?
Entre los 127 países que compran vino argentino, Estados Unidos, Reino Unido y Brasil conforman el Top Tres indiscutido. Luego, en un segundo, pero cercano escalón, aparecen Canadá, Países Bajos y China como otros grandes jugadores.
Del total de las exportaciones, alrededor de un 25% corresponde a Malbec, cepaje simbólico que se ha desarrollado en el país como producto de exportación, que viró en favorito de los consumidores locales y extranjeros.
Lo cierto es que el vino se ha consolidado en el país a partir de hábitos sociales propios de la cultura y la identidad argentina, arraigadas en la familia y la amistad, donde la moderación y el control social se juntan con el disfrute (desde BordeRío siempre fomentamos el consumo responsable). Así, el 24 de noviembre de 2010, se firmó el Decreto 1800, que determinó al vino como Bebida Nacional de Argentina, siendo esa fecha el “Día del Vino Argentino”.
Finalmente, en 2013 se sancionó la Ley N°26.870/Vino Argentino Bebida Nacional, con el objetivo de promover las tradiciones culturales de producción, elaboración y consumo y generar una oportunidad de seguir expandiéndose más allá de las fronteras.
Por supuesto, a modo de conclusión, siempre hay cuestiones a mejorar y prestar atención. Hoy, Argentina ocupa el décimo lugar entre los exportadores mundiales del vino, apenas por encima de Sudáfrica, tanto en valor como en volumen. Este dato surge del informe interanual de marzo de 2022 vs 2021, medido por el Observatorio Español del Mercado del Vino (OEmV).
Como proveedora de vino, y como consecuencia de los vaivenes económicos locales, Argentina ha quedado muy rezagada frente a su principal competidor sudamericano, Chile, que el año pasado se posicionó en el puesto número 4 como país exportador.
¡Salud y hasta el próximo encuentro!