Hay un viejo dicho en el mundo vinófilo que reza: “Botella abierta, botella muerta”. Ello significa que, una vez abierta una etiqueta, se debe terminar. Es decir, si descorchamos un ejemplar en una comida, debería beberse mientras transcurre.
Sin embargo, ello no es siempre posible. Si estamos solos, de a dos o entre pocas personas (y algunas de ellas no beben vino), tomar una botella entera es una quimera. Primero, por una cuestión de salud y responsabilidad. Siempre debemos beber con moderación. Segundo, por un tema de exceso de alcoholes y temas relacionados con los azúcares.
Es aquí, entonces, cuando surge la gran duda. Si la botella abierta “debe” terminarse para que no pierda sus características organolépticas intrínsecas, ¿es posible conservarla uno, dos o algunos días más en óptimas condiciones? ¿Pierde sabores si la dejamos en la heladera? ¿Hay corchos especiales para favorecer una buena guarda, más allá del día en que se disfrutó el vino?
Lo cierto es, querido lector, que el vino empieza a perder su vigorosidad y cualidades originales si dejamos abierto un vino durante varias jornadas. Surge la famosa frase “se arruina o estropea”. Cuando descorchamos una botella, el líquido reacciona con el oxígeno. Esto, en un primer instante, es positivo, pero se vuelve negativo si se prolonga en el tiempo.
Para que el vino no esté “picado”, es recomendable ser cuidadosos y no dejar abierta una botella más de tres días. Es más, si no tomamos recaudos, de la noche a la mañana, los resultados pueden ser nefastos.
A continuación, les brindamos tips infalibles para conservar el vino abierto, más allá de la comida o momento en que fue abierto.
1. Tapar la botella
Si tapamos la botella, indefectiblemente, reduciremos la circulación de oxígeno. Así, dilataremos el proceso de oxidación del vino. Podemos utilizar el mismo tapón con el que el vino ha sido tapado.
Si tomaremos una copa o apenas algún sorbo, nuestro consejo es tapar la botella, tras haber servido el vino. También podemos servir el vino en una jarra pequeña y meterlo en la heladera.
Ojo si el corcho está dañado. En este caso, podemos utilizar un tapón especial que facilita cerrar la botella de una manera muy hermética.
2. Lugar oscuro, garantía de calidad
Mantengan el vino lejos de las luces intensas y la radiación solar. Ello afectará su sabor.
3. Conservar la botella en posición vertical
Para las botellas cerradas es imprescindible su conservación en posición horizontal. Sin embargo, las que están abiertas, van en vertical, pues si quedasen en horizontal aumentaría la superficie de contacto del aire con el vino y acelera su degradación.
4. Cambiar el vino de botella
Cuanto menos vino quede en la botella, más rápido será, sin duda, el proceso de oxidación. Esto sucede porque hay más oxígeno en su interior. Si tienen en casa botellas de diferentes tamaños que puedan cerrarse herméticamente, viertan el vino sobrante en la que se ajuste más.
5. Refrigerar el vino
La oxidación del vino se acelera a mayor temperatura. Es regla infalible. Por ende, es conveniente guardar la botella en la heladera si no la tomaremos entera.
6. Dale tiempo antes de volver a servir
Si es vino tinto, sáquenlo de la heladera dos o tres horas antes de volver a servirlo. Les aseguro que a nadie le gusta vino tinto recién salido del frío. Dato de color: el frío ralentiza el proceso de oxidación del vino, pero no termina con él.